Guion y dirección Guillermo Rojas Fotografía Jesús Perujo Música Pablo Cervantes Intérpretes Silvia Acosta, Jacinto Bobo, Teresa Arbolí, Julia Rodríguez, Celia Vioque, Beatriz Arjona, Cristina Domínguez, Jorge Naranjo, Asier Iturriaga, Pablo Llamas, Guillermo Rojas Estreno en el Festival de Sevilla 12 noviembre 2019
Más que agradable la sorpresa que nos ha brindado el joven realizador cordobés Guillermo Rojas con este brillante debut en el largometraje tras un par de cortos de entrenamiento. Con el apoyo de la televisión pública andaluza y la complicidad de amigos y colegas, perceptible incluso en los escenarios en los que ambienta su historia, Rojas nos cuenta una delicada y tierna historia de amor truncada por uno de los grandes problemas que ha acuciado a su generación, la fuga de cerebros propiciada por la crisis económica y la incompetencia sistemática de nuestros políticos. Silvia Acosta interpreta con asombrosa naturalidad a una joven treintañera que regresa a Sevilla tras cinco años viviendo y trabajando en Londres, donde ha logrado afianzar la carrera que en su propia casa se le negó. El reencuentro con quien fue su más importante relación sentimental hasta el momento, un joven interpretado con naturalidad y simpatía por Jacinto Bobo, tras esos cinco años sin dar señales de vida ni en las ocasiones en las que visitó a su familia en su ciudad natal, dará paso a una agradable jornada entre confesiones, reproches y tentaciones en marcos incomparables de la ciudad, algo que algunos se apresurarán a tachar de postal turística y que en realidad no es más que consecuencia de vivir en una ciudad tan disfrutable como ésta. Es fácil sentirse identificado en más de un aspecto con esta hermosa película, con sus paseos por la ciudad, las sensaciones y olores de un paisaje que se convierte en tercer protagonista y vértice de un triángulo amoroso cuya resolución justifica la trama y la intriga a la que astutamente nos somete el realizador y guionista. Dice haber incluido en la historia muchas cuestiones y experiencias personales, algo muy habitual en una ópera prima, y desde luego se notan también sus filias y aficiones, incluida esa visita al cine para ver una película de Jonás Trueba, modelo en el que parece inspirarse Rojas. Pero él consigue algo más sincero, menos impuesto y artificioso que las películas del hijo de Fernando Trueba, más sencillo y asequible y por lo tanto más proclive a suscitar la complicidad e identificación del espectador y la espectadora. La cinta está realizada con tanta delicadeza y sensibilidad que a veces la cámara es imperceptible y parece que estamos cerca de los protagonistas, retratados la mayoría de las veces en primerísimos planos, viviendo sus experiencias y disfrutando de sus emociones. El resultado es la sensación una vez más de que vivimos muchas vidas a lo largo de nuestra existencia y que es inútil querer recuperar alguna de las pasadas. Un film así merece estrenarse ya y no quedar relegado a una mera programación televisiva.
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