USA 2019 152 min.
Dirección James Mangold Guion Jason Keller, James Mangold, Jez Butterworth y John-Henry Butterworth, según el libro de A. J. Baime Fotografía Phedon Papamichael Música Maco Beltrami y Buck Sanders Intérpretes Matt Damon, Christian Bale, Jon Bernshtal, Caitriona Balfe, Noah Jupe, Josh Lucas, Tracy Letts, Remo Girone, Ray McKinnon, J. J. Feild, Kack McMullen Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2019; Estreno en Estados Unidos y España 15 noviembre 2019
Al margen de algunos delirios ficticios como Driven, Días de trueno, La carrera de la muerte o la saga A todo gas, las carreras automovilísticas se han llevado siempre muy bien con el cine. Ahí están para demostrarlo cintas como Grand Prix (1966) de John Frankenheimer, ambientada en Mónaco, Quinientas millas (1969) de James Goldstone, en Indianápolis, Las 24 horas de Le Mans (1971), ilustrando la pasión por el volante de Steve McQueen, el documental Senna (2010) de Asif Kapadia, o la más reciente y espléndida Rush (2013) de Ron Howard, sobre la rivalidad entre James Hunt y Niki Lauda.
La historia del primer piloto americano ganador de Le Mans y constructor de bólidos para Ford, Carroll Shelby, y del piloto británico Ken Miles, que llevó a la gloria a Ford en su épica disputa contra Ferrari del gran premio de la famosa carrera de resistencia, merecía sin duda ser contada. En el camino parece que los guionistas se hayan tomado demasiadas licencias, siempre con la excusa de hacer más entendible, grande y atractiva la historia que se cuenta, pero en lo básico se ciñe bastante bien a la piel de tan singular combate y logra un producto al excelente nivel de algunos de los títulos apuntados. Para ello el director James Mangold, responsable de títulos tan dispares pero estimulantes como Inocencia interrumpida, Identity, El tren de las 3:10, En la cuerda floja o Logan, además de la fallida Noche y día, maneja con mucha energía y un encomiable sentido del ritmo las dos horas y media de su metraje, consiguiendo un producto fresco a la vez que indiscutiblemente clásico, muy bien rodado y magníficamente interpretado. En el fondo lo que realmente le interesa es plasmar ese espíritu de lucha colectiva, de trabajo en equipo que caracteriza a un país que está perdiendo esa tradición en favor de un cada vez mayor y más pujante individualismo.
En este sentido hay un inequívoco sabor nostálgico a lo largo del film, con referencias expresas a TWA, PANAM, los legendarios Ford Mustang, Detroit o esa misma industria automovilística norteamericana que hoy anda perdida, que dibujan un paisaje eminentemente melancólico de un país que nunca contó con la simpatía del resto del mundo, como se aprecia aquí en el desprecio de Ferrari hacia su contrincante Henry Ford II, pero que mantuvo en una cierta y a menudo falsa inocencia un punto de amabilidad y simpatía que hoy parece definitivamente perdido. Le Mans ’66 es espectáculo, gloria y épica, un emocionante canto a la amistad y un eficaz estimulante para conseguir retos imposibles, siempre mediante el trabajo en equipo.
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