miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA BARROCA ENTRE CUERDAS Y VIAJES

Temporada 2019/2020 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Suyeon Kang, violín y dirección. Programa: Concierto en La mayor Op. 9 nº 4 y Sonata a cinco Op. 2 nº 2, de Albinoni; Obertura en Si bemol mayor TWV 55:B5, de Telemann; Conciertos para violín en Mi bemol mayor “La tempesta di mare” RV 253 y en Re mayor “Grosso Mogul” RV 208, de Vivaldi. Espacio Turina, martes 5 de noviembre de 2019 

La Barroca de Sevilla cumple veinticinco años desde su creación, cuando en 1995 Barry Sargent y Ventura Rico emprendieron este largo viaje lleno de recuerdos y experiencias, recogidas en el leit motiv de la temporada, Anamnesis, con muchas más alegrías y satisfacciones que malos recuerdos, gracias al esfuerzo y la constancia de quienes a lo largo de este cuarto de siglo han participado en su gran aventura. En consonancia con esa otra enorme gesta de la que este año nos hacemos eco, la primera vuelta al mundo realizada por Magallanes y Elcano, su primera propuesta de temporada ha sido un concierto en el que se dan la mano una pieza de Vivaldi claramente inspirada ya desde su título en las turbulencias de los océanos, y otra de Telemann que recrea el exotismo de un gran viaje con muchas paradas internacionales. Albinoni fue el tercer compositor en juego, con dos piezas de su catálogo superviviente.
 
De Il diletante veneto, llamado así porque no necesitaba componer ni ocupar una plaza como músico para vivir, se escogió uno de los cuatro conciertos para violín del total de doce que integran su opus 9. Se trata del apogeo de su producción instrumental y una demostración de cómo Albinoni se adelantó a Vivaldi en el concepto de concierto con solista, aunque en los suyos el violín ocupara un lugar más integrado en el resto del conjunto. La espléndida violinista coreana-australiana Suyeon Kang evidenció sin embargo cierta languidez en su recreación, haciendo que la orquesta sonara dispersa e insegura. Mejor le fue en la segunda parte con su Sonata a cinco del opus 2, en el que se alternan conciertos y sonatas da Chiesa en estilo netamente sinfónico de rica escritura polifónica, donde el talento del veneciano brilló con más fuerza y contundencia, ahondando en un sonido sedoso y muy equilibrado.
 
Como las celebérrimas Cuatro Estaciones de Vivaldi, La tempesta di mare pertenece a Il cimento dell’armonia e dell’invenzione y fomenta también esa escritura frenética fuertemente arpegiada y de temperamento nervioso. Aquí, como en el Grosso Mogul más juvenil que se tocó al final, Kang hizo una fabulosa demostración de virtuosismo y agilidad que no dejó dudas sobre su excelencia técnica. Habría que disfrutarla en otros repertorios para comprobar si además domina también los aspectos más expresivos del instrumento. Toda la exuberancia creativa del Prete rosso quedó bien expuesta por un conjunto perfectamente ensamblado, destacando sus juegos dinámicos y armónicos, y muy especialmente el acompañamiento solo de continuo en el balsámico Largo del RV 253. Aunque las muy numerosas suites orquestales de Telemann están concebidas para distintas familias instrumentales, en este concierto se mantuvo la consigna de cuerda sola, eligiéndose en línea con la propuesta argumental la B5 de su opus 55, Völker o de los pueblos, un viaje de sabor francés y alemán entremezclado, en el que el conjunto ofreció un fraseo cálido y transparente, con ricos giros armónicos y rítmicos, muy pronunciados en pasajes como Los cojos y Los corredores que la cierran.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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