USA 2019 110 min.
Dirección Lorene Scafaria Guion Jessica Pressler y Lorene Scafaria Fotografía Todd Banhazi Intérpretes Constance Wu, Jennifer Lopez, Julia Stiles, Lili Reinhart, Cardi B., Keke Palmer, Lizzo, Madeline Brewer, Trace Lysette, Mette Towley, Mercedes Ruehl Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2019; en Estados Unidos 13 septiembre 2019; en España 8 noviembre 2019
Hasta tal punto publicitada como un giro inesperado y satisfactorio en la carrera de Jennifer Lopez que hasta los más recalcitrantes del mérito como actriz y cantante de la voluptuosa estrella nos hemos dejado embaucar como si fuésemos a descubrir algo nuevo en esta crónica mil veces vista de amistad y vidas al límite. Según reza inspirada en hechos reales, trata sobre la agrupación de varias strippers de alto standing para estafar a sus clientes, poderosos magnates de Wall Street, con la excusa de vengarse de quienes provocaron la gran crisis de 2008 y se fueron de rositas.
Lo que debiera ser una mezcla de erotismo, entretenimiento pop y cine de acción y robos al estilo de la gran comedia americana, se convierte en un suplicio mal narrado, hortera y excesivo tanto en su generosa producción como en la vorágine de situaciones y personajes que presenta. Pero de todo lo que más llama la atención es que se alabe su intención de empoderar a la mujer cuando en realidad estamos viendo a mujeres comportándose como hombres, cambiando pistolas por tarjetas de crédito con las que despilfarrar en ropa y complementos de moda, repitiendo el cliché que siempre se les ha reservado. Lorene Scafaria, con apenas dos cintas fallidas en su haber, Buscando un amigo para el fin del mundo, con Keira Knightley y Steve Carell, y Una madre imperfecta, con Susan Sarandon y Rose Byrne, no logra dotar a la película de la pretendida sensibilidad femenina.
No hay una visión clara de mujer, sino la imitación de ese estilo tan característico de Martin Scorsese aplicado a unas bellas mujeres que trafican con su cuerpo, en escenas de sexo tan impuestas como ridículas, y conspiran contra los hombres que, eso sí, quedan en un segundo lugar como meros títeres articulados para avanzar una trama reiterativa y poco o nada atractiva. J Lo se esfuerza e incluso aprende unos difíciles bailes de striptease y barra, pero ni de lejos llega a ser la devoradora planos que se le supone. Para rematar las similitudes con Scorsese y otros imitadores, de fondo no dejan de sonar canciones de todo tipo, y hasta un buen ramillete de estudios de Chopin, quizás para dar dignidad y elegancia a un conjunto insalvable y pretencioso.
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