lunes, 3 de octubre de 2011

PINA El milagro de la cámara

Alemania-Francia-Reino Unido 2011 103 min.
Dirección y guión Wim Wenders Fotografía Heléne Louvart y Jörg Widmer Música Thom Hanreich Intérpretes Regina Advento, Rainer Behr, Andrey Berezin, Bénédicte Billet, Lutz Förster, Pablo Aran Gimeno, Mechthild Grossmann, Silvia Farias Heredia
Estreno en España 30 septiembre 2011


El director de París, Texas y El cielo sobre Berlín tenía proyectado hace tiempo un film con y sobre la coreógrafa alemana Pina Bausch. Su repentino fallecimiento hace un par de años le hizo desistir en un primer momento de su empeño, para poco después retomarlo como un homenaje a toda una renovadora, y hoy ya leyenda, de la danza contemporánea. El resultado es uno de los espectáculos más brillantes y emocionantes de cuantos hemos podido disfrutar en muchos años. A medio camino entre el documental y el drama musical, Wenders nos propone un fascinante viaje al interior de la mente de la artista, a través de los bailarines y bailarinas de su compañía, testigos y herederos de su arte y talento. Un camino de belleza turbadora y de inusitado dolor, por la pérdida, la soledad, el amor o la devastación, que la coreógrafa tradujo en movimientos obsesivos y a veces imposibles, mientras el realizador los ha atrapado con un sentido cinematográfico puro y extraordinario. El uso de la tridimensionalidad como nunca antes lo habíamos disfrutado, enfocado como ejercicio de proximidad e interacción más que como mero impacto visual, y desde luego nunca como reclamo de la inutilidad, nos hace partícipes directos de cada experiencia danzable, más allá incluso de lo que podemos apreciar en un espectáculo en directo. Nos movemos entre quienes actúan a la vez que bailan, recreándose coreografías famosas como Kontakthof o Café Müller. Y a la vez se crea una sensación de profundidad e incluso vértigo en la ciudad que sirve de escenario a tan suntuoso espectáculo, Wuppertal, sede desde los años 60 de la compañía de Pina. Ya el primer cuarto de hora del metraje, su particular visión de La consagración de la Primavera de Stravinsky, anuncia la portentosa y muy emocionante línea que va a seguir el resto del trabajo. La cámara se mueve como un bailarín más, mientras unas muy cuidadas e intencionadas reflexiones de los protagonistas nos acercan a la humanidad de la homenajeada, y un muy felliniano desfile de elegantes danzantes nos hacen viajar desde el escenario a la calle para terminar desembocando en el desierto, quizás único recoveco que nos quede en la Tierra para que descansen nuestros queridos y queridas difuntos. No aprovechar la ocasión que nos brinda la cartelera para sumergirse en este placer para todos los sentidos debería tipificarse directamente como un crimen; porque no serían lo mismo los bailes sin esa excelente música que los acompaña ni la extraordinaria planificación a los que los ha sometido la cámara de Wenders. Y sin embargo cuánto echamos en falta en la sala, ocupada por apenas seis personas en la sesión más fructífera, a esa afición sevillana que invade el Teatro Central o el Festival de Itálica cuando programa este tipo de espectáculos, o sin ir más lejos, el que abarrotaba la Expo’92 en busca de nuevas emociones en forma de multimedia. Larga vida al Cine, porque obras de arte como ésta demuestran que le queda mucho por decir y transmitir.

El compositor japonés Jun Miyake aporta varios de sus temas a la variada banda sonora de esta excelente película, incluido este "The Here and After" que canta Lisa Papineau

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