Bélgica-Francia-Italia 2011 87 min.
Guión y dirección Jean-Pierre y Luc Dardenne Fotografía Alain Marcoen Intérpretes Cécile de France, Thomas Doret, Jérémie Renier, Fabrizio Rongione, Egon di Mateo, Olivier Gourmet, Batiste Sornin, Laurent Caron Estreno en España 28 octubre 2011
¿Qué hacemos aquí? ¿Qué sentido tiene nuestra vida? Son preguntas que quien más y quien menos se ha planteado en alguna ocasión. Los dos protagonistas de esta nueva película de los hermanos Dardenne no encuentran respuesta a estas incógnitas en este cuento moderno, pero se aferran a lo que hay, a lo que se les presenta en la vida. Él no ha pedido venir a este mundo en el que se le rechaza prácticamente desde su nacimiento, conminándolo a forjar un carácter rebelde, frustrado y terriblemente enfadado; ella encuentra en el camino una razón para dar sentido a su vida, algo tan egoísta como irse de misiones al África más profunda, pero eso sí, un egoísmo bienvenido y saludable. Lo más terrible de este cuento nada infantil es que al final comprendemos que no podemos elegir, que nos tenemos que conformar con lo que se nos presenta, lo que no es óbice para que luchemos e intentemos mejorar nuestra situación y lograr nuestras metas, pero conscientes de que el destino tiene mucho que decir y que las circunstancias que nos rodean nos condicionan inevitablemente. Sobre eso, con tanta soltura como desgarro, nos habla el nuevo film de los realizadores belgas más famosos, esos que han triunfado en repetidas ocasiones en Cannes – Palma de Oro en 1999 (Rosetta) y en 2005 (El niño), Premio del Jurado Ecuménico en 2002 (El hijo) y Premio al mejor guión en 2008 (El silencio de Lorna) – y que con ésta han logrado allí el Gran Premio del Jurado. Y no es que los mimen, es que se lo han ganado por su crónica honesta y sencilla del desarraigo social, de la crónica cotidiana de la supervivencia en el mundo en el que vivimos y padecemos. A pesar de ello puede que ésta sea su película más cómoda y digerible, en gran parte por el carisma y la emotividad de su niño protagonista, Thomas Doret, cuya interpretación le ha merecido una mención especial en la Seminci, y en parte también por el atractivo de su protagonista femenina, Cécile de France, a quien vimos recientemente en el film de Clint Eastwood Más allá de la vida. Este retrato sólido, emotivo, demoledor y triste de un niño perdido, abandonado y frustrado, tiene sin embargos algunos peros: La inclusión en determinados momentos de una docena de acordes del Concierto Emperador de Beethoven se antoja impuesta, gratuita y caprichosa, en una filmografía que siempre había prescindido de la música; y el desenlace final no añade nada a la historia ni a sus intenciones, salvo el metraje suficiente para alcanzar la duración standard.
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