Guión y dirección Pablo Trapero Fotografía Guillermo Nieto Intérpretes Ricardo Darín, Jérémie Rénier, Martina Gusman, Federico Benjamín Barga, Mauricio Minetti, Walter Jakob Estreno en España 13 julio 2012
No fueron santo de nuestra devoción los anteriores, y muy celebrados, títulos de Pablo Trapero, Leonera y Carancho, y tampoco lo es éste. Sin embargo hay algo que hace más atractiva y llevadera esta nueva crónica de lo más desagradable, sucio y terrible de la sociedad argentina. Puede ser su fotografía, clara, brillante y luminosa, o su estructura dramática más clásica o convencional, a pesar de lo cual esta semblanza desangrada sobre la labor de dos eclesiásticos en una de las zonas más marginadas, convulsas y peligrosas del extrarradio bonaerense, no llega a enganchar del todo. Convergen demasiados puntales que desvían la atención del nudo principal, que es la lucha entre narcotraficantes en un barrio ya de por sí excesivamente castigado no sólo por sus propios vecinos, sino por una política para la que no es sino un problema a despreciar o directamente a erradicar. En este sentido podría recordar a la espléndida Ciudad de Dios, pero sin un tratamiento tan radical y posmoderno como en la película de Fernando Meirelles, y con ese problema de las historias convergentes, desde la enfermedad terminal a la crisis vocacional, las tentaciones de la carne y el amor, o los murales burocráticos. Darín cumple satisfactoriamente su cometido, mientras Rénier, habitual de los Dardenne (El hijo, El niño, El niño de la bicicleta), parece perdido y no parece capaz de reflejar toda la intensidad sicológica que demanda su papel. Gusman simplemente pone la nota sexual y sensual, con aspavientos varios y ese inevitable sello temperamental de las producciones argentinas.
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