sábado, 21 de diciembre de 2024

UN MURCIÉLAGO QUE CONTAGIA FELICIDAD

Die Fledermaus (El murciélago). Música de Johann Strauss II. Libreto de Carl Haffner y Richard Genée según “Le réveillon” de Henri Meilhac y Ludovic Halévy. Marc Minkowski, dirección musical. Romain Gilbert, dirección escénica y adaptación de textos. Les Musiciens du Louvre. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Con Iulia Maria Dan, Alina Wunderlin, Huw Montague Rendall, Leon Kosavic, Michael Kraus, Ekaterina Chayka-Rubinstein, Robert Lewis, Sandrine Buendia, Kresimir Spicer y Manfred Schwaiger. Teatro de la Maestranza, viernes 20 de diciembre de 2024

Marc Minkowski

El murciélago es sin duda, junto a La viuda alegre de Franz Lehar, la opereta vienesa más famosa de todos los tiempos. Ambas han adquirido la dignidad suficiente para incorporarse al repertorio operístico mundial con absoluta naturalidad y justicia, como demostró anoche la excelente adaptación en formato concierto que hizo Marc Minkoswki de este emblemático título de Johann Strauss II para pasearlo por media Europa. El año pasado por estas fechas recaló en Madrid, y ahora, tras hacerlo por Alemania y hace unos días en Barcelona, repetirá en Valencia y las dos capitales canarias.

Todo un lujo, acorde con lo que esta comedia musical representa, haber disfrutado por primera vez en Sevilla de tan mítico título, después de haber escuchado su famosa obertura-vals en más de una ocasión en los recurrentes conciertos de Año Nuevo, ahora de la mano del prestigioso conjunto musical Les Musiciens du Louvre, y su no menos afamado director y artífice, Marc Minkowski, junto a un puñado de rutilantes voces acompañadas de arrolladoras presencias, todo para redondear una función única e inolvidable.

Pero Minkowski tiene también sus detractores, y su particular forma de hacer música, para algunos rozando incluso lo desagradable, se hizo patente en la acelerada Obertura, con una cuerda aguda frecuentemente áspera e incluso estridente, y unas dinámicas en exceso contrastadas. Nada prometedor de lo que podría venir luego, y sin embargo todo cambió radicalmente cuando de acompañar las voces y potenciar la acción se trató.

Iulia Maria Dan y Alina Wunderlin

Incluso la popular polka Unter Donner und Blitz, aceleradísima, llegó a convencernos más cuando con ella, precedida de la marcha rusa, arrancó la segunda parte con la que Minkowski dividió una función que en realidad consta de tres actos. Sus maneras, adiestradas en el repertorio barroco, pero desde hace mucho aplicadas también a la opereta, con la que ha grabado títulos y selecciones muy celebradas, se acoplaron como un guante al extraordinario elenco de voces.

También el director galo exhibió simpatía interactuando con los y las intérpretes, que aportaron además de unas voces de auténtica ensoñación, un porte inmejorable y una simpatía desbordante. La acertada adaptación contó con innumerables guiños musicales, especialmente a Mozart, y a nuestra lengua, mereciendo la hilaridad de un público entusiasmado.

Fiesta de celebración

Así, el ciento cincuenta aniversario de su estreno lo celebramos aquí en óptimas condiciones, disfrutando de lo lindo con esta comedia de enredo, tan bien hilada y convincente, además de punzante crítica sociológica y moral no sólo a la burguesía vienesa del momento, sino a cualquier clase media alta de la actualidad en los países de nuestro entorno.

Leon Kosavic y Huw Montague Rendall

Para eso, el tenor británico Huw Montague Rendall ofreció su cara más desvergonzada a la vez que ingenua para, con voz rotunda y penetrante, recrear un excelente Eisenstein. La soprano rumana Iulia Maria Dan fue una hermosa Rosalinda, en canto y presencia, moderada en su interpretación, de voz carnosa y tesitura próxima al grave. Acaso algo sobreactuada, la soprano alemana Alina Wunderlin hizo acopio de refulgentes agudos, un fraseo flexible y una potencia arrolladora, mientras el barítono croata Leon Kosavic resultó tan divertido como excelentes fueron su timbre y entonación.

Como Príncipe Orlofsky, la mezzo ucraniana Ekaterina Chayka-Rubinstein se mostró contenida, mientras su canto se deslizó con naturalidad y sin estridencias. Entrañable el Alfred del tenor escocés Robert Lewis, capaz igualmente de contundentes agudos, como rotunda y autoritaria resultó la voz del veterano barítono austríaco Michael Kraus. Y en roles menos destacados, también funcionaron el barítono croata Kresimir Spicer y la soprano francesa Sandrine Buendia, además de Manfred Schwaiger como divertido actor cómico en el segmento final de la función.

Pero nada habría funcionado tan bien como lo hizo sin esa compenetración general, esa alegría contagiosa que despertó el espectáculo de principio a fin, y la conjugación de tanto talento y esfuerzo por parte de voces, instrumentistas y un coro, el de Cámara del Palau de la Música Catalana, tan implicado y entusiasmado como el resto de los y las intervinientes.

Sandrine Buendia, Alina Wunderlin y Ekaterina Chayka-Rubinstein

Si quieren revivir la experiencia, o disfrutarla por primera vez, en muy buenas condiciones, en youtube circula la famosa grabación para la televisión que realizó Otto Schenck en estudio en el año 1972 con dirección musical de Karl Böhm y protagonismo de la gran Gundula Janowitz. Puro encanto, elegancia y delicadeza, como lo que ayer pudimos disfrutar en nuestro Teatro de la Maestranza.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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