domingo, 26 de noviembre de 2017

A GHOST STORY Reflexión espiritual y existencial

USA 2017 87 min.
Guión y dirección David Lowery Fotografía Andrew Doz Palermo Música Daniel Hart Intérpretes Casey Affleck, Rooney Mara, Rob Zabrecky, Will Oldham, Liz Franke, Sonia Acevedo Estreno en el Festival de Sundance 22 enero 2017; en Estados Unidos 7 julio 2017; en España (no en Sevilla) 3 noviembre 2017

Había en el remake de Peter y el dragón cierta poética en el tratamiento de la historia y la imagen, claro que subordinada al carácter eminentemente comercial de la propuesta. David Lowery, su director, parecía haber captado en esa agradable película el espíritu nostálgico y aventurero del tan celebrado cine de los años ochenta. Ahora retoma la idea con la que comenzó a hacer cine, con tan sólo siete años, en aquel cortometraje influido por la película Poltergeist y que llevaba el mismo título. El mundo de los espectros regresa ahora en esta cinta más cerca en su argumento de Ghost que de la película de Tobe Hooper o cualquier otro título sobre terror y fantasmas. Pero en su tratamiento Lowery nos ofrece un trabajo novedoso y particular, una cinta que no se puede tratar a la ligera y que seguramente necesitaría más de un visionado para comprenderla en toda su extensión. Lowery propone un viaje en el tiempo a través de la experiencia de un fantasma enamorado de su esposa viuda, siempre anclado a un mismo lugar a lo largo del tiempo, pasado y futuro incluidos. Para ello cuenta con Casey Affleck y Rooney Mara, que ya trabajaron a sus órdenes en En un lugar sin ley, y protagonizan ahora momentos que exigen de verdadera paciencia por parte del espectador, que asiste atónito a un Affleck enfundando en el más socorrido disfraz de Halloween de todos los tiempos, que pasea cual alma en pena, y a una Mara engullendo compulsivamente un pastel. A su alrededor se teje una profunda reflexión sobre el paso del tiempo y cómo todo se va olvidando y superando, con la complicidad de una fotografía luminosa e intencionadamente bien encuadrada, premiada en Sitges, y un preciso trabajo de la atmósfera, la música y el sonido. Lowery apoya su película fundamentalmente en la imagen, con apenas alguna incursión discursiva, especialmente la que realiza Will Oldham sobre lo efímero también de la creación artística, aún llamada a perdurar más en el tiempo que nuestra propia existencia, e incluso más que sobre los objetos que nos rodean y nuestras moradas, con la Novena de Beethoven como objeto de su reflexión. En fin, una cinta singular y diferente, aparentemente poética y profunda, que quizás con un análisis más profundo seamos capaces de captar en toda su compleja dimensión, aunque como siempre suele ocurrir en estos casos, habrá quien todo esto le parezca simplemente un  churro.

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