jueves, 5 de septiembre de 2019

ENSAYOS JUVENILES SEGÚN BELLVER TRÍO

20ª Edición Noches en los Jardines del Alcázar. Macarena Martínez, violín. Aglaya González, viola. Israel Fausto Martínez, violonchelo. Programa: Trío de cuerdas Op. 8 nº 2 “Serenata”, de Beethoven; Trío de cuerda D. 581, de Schubert.
Miércoles 4 de septiembre de 2019


Foto: Actidea
Un incansable agitador de la vida musical en Sevilla, Israel Martínez, tantas veces presente con distintas formaciones en estas noches del Alcázar, se ha asociado a la violinista sevillana Macarena Martínez y la violista Aglaya González para sacar brillo al repertorio de tríos clásicos y románticos, rindiendo de paso homenaje al desaparecido profesor Mariano Bellver, cuya generosa colección de arte donó a Sevilla y se encuentra hoy expuesta en el museo que lleva su nombre en la calle Fabiola. Un evidente y certero sentido de la musicalidad y un considerable esfuerzo detrás de cada instrumentista, los tres integrantes del profesorado del Conservatorio Manuel Castillo, caracterizó sus particulares recreaciones de dos obras de juventud de los dos grandes bastiones de la transición entre el Clasicismo y el Romanticismo, Beethoven y Schubert, casi ensayos de su posterior desarrollo del más complejo cuarteto de cuerdas.

Aunque como bien justificó el popular violonchelista en sus concisas y bien informadas presentaciones, también en inglés como gesto de respeto y amabilidad hacia el numeroso contingente de turistas que habitualmente se concentra en estos conciertos estivales, en el caso de Schubert apenas se puede hablar de juventud como etapa creativa, dada la temprana edad a la que falleció. Los cinco tríos de cuerdas de Beethoven son ciertamente obras de juventud, más libres y audaces los tres opus 9 que los dos primeros. Su segundo trío, también denominado Primera Serenata, deriva del divertimento mozartiano, que desarrolla y moldea hasta atisbar características de su abrumadora personalidad. Un brioso arranque hizo honor a la enérgica marcha con la que se abre y cierra la pieza, con rotundas y muy precisas aportaciones del violín, que naturalmente lleva el peso de la obra, y la viola.

De izq. a dcha. Macarena Martínez, Aglaya González
e Israel Fausto Martínez
El primer adagio, con sus bellas sonoridades en arpegios, se benefició del carácter sereno impregnado al violonchelo. La responsabilidad del violín se vio enturbiada puntualmente por un sonido no siempre dulce, a veces ligeramente estridente y un poco desentonado, a pesar del loable esfuerzo desplegado por Macarena Martínez. Tampoco el violonchelo se dejó sentir suficientemente a lo largo de la exhibición, malográndose el final en pianissimo no del todo conseguido del segundo adagio. Muy bien articulados por el contrario el Allegretto alla polacca, la pieza más desenfadada y popular del conjunto, y las variaciones que abren paso al bello y refrescante andante final.

Tras su inacabado primer trío, Schubert emprendió en apenas un año la escritura de este segundo, en septiembre de 1817, hace justo doscientos dos años. Logró insuflarle tal encanto que resulta difícil entender por qué no compuso más piezas para este conjunto. Por su parte, el Trío Bellver se hizo eco de esa particularidad, ofreciendo un Trío D. 581 concentrado y eminentemente melódico, en el que destacaron las vehementes acentuaciones del allegro moderato inicial, el diálogo fluido en el andante, la seducción de tintes haydnianos, con una firme aportación de la viola, en el minuetto, y la vivacidad del rondó final, aunque se echara en falta algo más de espíritu juguetón en el conjunto.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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