martes, 25 de julio de 2023

OPPENHEIMER Una demostración de fuerza

USA 2023 180 min.
Guion y dirección
Christopher Nolan, según el libro de Kai Bird y Martin J. Sherwin Fotografía Hoyte van Hoytema Música Ludwig Göransson Intérpretes Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey jr., Matt Damon, Josh Hartnett, Florence Pugh, Jason Clarke, Alden Ehrenreich, David Krumholtz, Ben Safdie, Kenneth Branagh, Tom Conti, Rami Malek, Gary Oldman, Casey Affleck, Tony Goldwyn, Matthew Modine, Jack Quaid, Louise Lombard, James D’Arcy, Josh Zuckerman Estreno en España 20 julio 2023; en Estados Unidos 21 julio 2023


En su cine como director, Christopher Nolan siempre se ha caracterizado por rizar el rizo, sobre todo a nivel estético y narrativo, con auténticos laberintos como Origen, Interstellar, Dunkerke o Tenet, y partiendo de aquel mítico Memento que puso el nivel de originalidad tan alto que muchos pensamos sería incapaz de repetir fórmula. Lo ha conseguido, ofreciendo siempre productos muy cuidados, técnicamente novedosos e impolutos y narrativamente sofisticados. Es lo que ofrece también en esta compleja biografía de J. Robert Oppenheimer, el científico que lideró el Proyecto Manhattan que derivó en el arma más mortífera y agresiva que jamás haya perpetrado el hombre, la bomba atómica, y que le convirtió en una marioneta del sistema que más veces se auto flagela y pone en entredicho aunque al final nunca pase nada y todo siga igual. Víctima de su propia megalomanía, Nolan necesita tres horas para contarnos el ascenso y caída de este moderno Prometeo, que como su propio prólogo manifiesta, fue condenado al tormento permanente. Una tortura que en su caso vino de la mano de sus filiaciones al partido comunista norteamericano, propiciadas más por sus escarceos amorosos que por sus propias convicciones.

Plantearse desde un punto de vista ético y moral los desastres que habrían de provocar su ingenio científico, abrió esa puerta del escarnio y la persecución pública a la que tan proclive es la sociedad y la política bienpensante, católica y conservadora estadounidense. El momento fue tan proclive como la caza de brujas del macartismo, y la base un encuentro con el presidente Truman – una brevísima pero muy intensa intervención del camaleónico Gary Oldman – que aclaró lúcidamente quién apretó el botón de la hecatombe y la ignominia presuntuosa del hombre, sobre todo cuando se trataba más de una demostración de fuerza a las puertas de la guerra fría que del remedio a una guerra que se prolongaba y mataba a más soldados de lo esperable, y que en realidad se encontraba prácticamente controlada. Todo esto se cuenta de forma compleja y minuciosa en esta última filigrana de Nolan, más cerca quizás de otros cineastas como Oliver Stone que de su propio lenguaje, cuyo guion, bastante pomposo y pretencioso en sus líneas de diálogo por cierto, también firma el director, como todos sus trabajos anteriores. Lástima que ese guion acuse la falta de rigor respecto al Proyecto Manhattan, mucho más complejo y sofisticado de lo que simplifica la película a pesar de sus tres horas de duración, limitado al poblado Los Álamos construido ex profeso de forma tan peregrina como simplista. Tampoco atina Nolan a la hora de narrar en su primer tercio la carrera académica y científica del protagonista. Hay además una maraña de personajes que enturbian el seguimiento de la película, aunque para ello se nutra de un reparto prodigioso en el que más de uno y una se lucen considerablemente, de manera especial la abnegada y fatigada esposa de Oppenheimer a la que da vida Emily Blunt, y el misterioso director de la agencia de energía atómica al que da vida un sorprendente Robert Downey jr.

Disfruta la cinta de una espléndida fotografía que combina color y blanco y negro del artista de la luz Hoyte van Hoytema. Hay sin embargo demasiada música, omnipresente, del más que interesante Ludwig Göransson, lo que tampoco facilita la consideración del film como obra redonda, a pesar de lo cual no nos cabe sino admirar la capacidad de Nolan para sorprender y entretener sin contar nada nuevo, que de autocríticas norteamericanas el cine está lleno, y la asunción del mea culpa es casi un sub género, esta vez por una bomba que mató de un tirón a cientos de miles de inocentes. Einstein no parecía desde luego entusiasmado con la empresa y así se constata en una secuencia crucial y muy reveladora de esta película desigual que contiene indiscutiblemente momentos de gran cine.

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