Dirección Rodrigo Cortés Guion Rodrigo Cortés y Enrique Rubio Fotografía Rafa García Música Víctor Reyes Intérpretes Mario Casas, Anna Castillo, Guillermo Toledo, Josep Maria Pou, Blanca Portillo, José Sacristán, José García, David Lorente, Juanjo Puigcorbé, Zulema Santana, Albert Pla Estreno en el Festival de San Sebastián 27 septiembre 2024; en salas 31 octubre 2024
Rodrigo Cortés no se ha conformado nunca con hacer un cine convencional. Ha buscado siempre rizar el rizo y atreverse con el más difícil todavía, ya desde sus inicios con Concursante, especialmente después con la desasosegante Enterrado, la más sofisticada Luces rojas, y sobre todo con su mejor película hasta la fecha, El amor en su lugar, donde la combinación de romanticismo, holocausto, aventura y teatro musical se producía de forma refrescante y natural. En Escape ha contado con la inestimable producción de Martin Scorsese, quien parece estar absolutamente conforme con el resultado final. Quizás sea por su vocación eminentemente desquiciada y surrealista, que lleva a su atormentado protagonista a buscar como única vía de escape a una existencia para él del todo inútil y desesperanzada, el ingreso en la cárcel y su disposición absoluta a quien lo desee, como única forma de abrazar una vida completamente pasiva, libre de cualquier tipo de decisión y responsabilidad.
Cortés echa mano para tan surrealista propuesta de un lenguaje visual y literario tan sofisticado como el de sus anteriores producciones, una puesta en escena precisa y un elenco en el que más de un actor y actriz se pierde de manera inmisericorde. Aun así se puede disfrutar de una primera hora en la que se hacen las presentaciones oportunas y se allana el espacio para lo que habrá de venir, que en su segunda hora se convierte en una aventura tan decepcionante como intrascendente, perdiendo prácticamente todo el interés que pudiera haber cosechado en sus preliminares. Todo esto distribuido en tantos capítulos como enanitos en versión Disney acompañaban a la sosa Blancanieves, algo que merecería un análisis más concienzudo, trazando en su camino un supuesto análisis sobre la inutilidad de nuestra existencia, la cantidad de emociones y responsabilidades que nos echamos sobre nuestras espaldas, y el mundo tan a menudo irracional en el que nos movemos. Demasiada ambición, que como ya sabemos suele derivar en pretenciosidad y decepción.
Mario Casas se empeña una vez más en demostrar que es un actor todo terreno, capaz de afrontar las misiones más extremas, cayendo a menudo en la sobreactuación pero convenciendo en líneas generales con un exhaustivo y exhausto trabajo físico, mientras Anna Castillo se lo toma con más alegría y desenfado y el resto del reparto cumple sin más, aunque no por ello podemos dejar de destacar el divertido trabajo de José Sacristán, convenciendo de que a su edad todavía puede interpretar a un profesional en activo, genio y figura en toda regla. Mención especial al meritorio trabajo de Víctor Reyes, después del ingente trabajo de recuperación estilística que hizo para adaptar su música al texto de la anterior película de Cortés, y que aquí opta por un lenguaje minimalista encabezado por una arrebatada alteración del Así habló Zaratustra de Strauss.
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