USA 2024 117 min.
Dirección Clint Eastwood Guion Jonathan A. Abrams Fotografía Yves Bélanger Música Mark Mancina Intérpretes Nicholas Hoult, Toni Collette, J.K. Simmons, Kiefer Sutherland, Chris Messina, Zoey Deutch, Cedric Yarbrough, Gabriel Basso, Leslie Bibb, Adrienne C. Moore, Drew Scheid, Hedy Nasser, Amy Aquino, Chikako Fukuyama, Francesca Eastwood Estreno en España 31 octubre 2024; en Estados Unidos 1 noviembre 2024
Cada nueva película de Clint Eastwood es un regalo para quienes amamos el cine clásico, de hechuras tradicionales y narrativa clara y precisa. Parece que ésta sea la forma elegida por el veterano director para seguir en contacto con los y las más jóvenes, con un pie en la tierra, realista y consecuente con lo que le rodea. De hecho, en Jurado nº 2 dirige el guion de un novel, Jonathan A. Abrams, que sobre el papel podría parecer poco creíble o demasiado confiado a la casualidad, pero que en las manos expertas de Eastwood se convierte en un apasionante thriller cargado de tensión e intriga, sin menospreciar un libreto en el que abundan buenos diálogos y una más que certera caracterización de personajes.
Como si de una revisión del clásico de Lumet Doce hombres sin piedad se tratara, también aquí su protagonista, un Nicholas Hoult tan alto y elegante como Henry Fonda, se apoya en la duda razonable para convencer al resto de sus compañeros y compañeras de la necesidad de no dejarse llevar por las prisas o las conveniencias y reflexionar sobre la oportunidad o no de condenar un reo a cadena perpetua. Juega aquí un factor tan delicado y tan de actualidad como la violencia doméstica, si bien Eastwood parece más interesado en poner en solfa el sistema judicial norteamericano, y quién sabe si del resto del mundo. Destaca en este sentido el personaje de Toni Collette, una fiscal con ambiciones a quien el sentido de la dignidad le llevará a ser sincera consigo misma y la comunidad, todo un ejemplo de ética y moralidad de esos que abundan en el cine del director de Million Dollar Baby. No tiene escapatoria el protagonista, que se decanta por una tercera vía para resolver su problema y el de la persona a la que están juzgando, ambos quizás víctimas de un sistema más ensimismado en la ley escrita, la jurisprudencia y el derecho consuetudinario que en el sentido común en su acepción más estricta.
Todo esto lo conjuga el incombustible Eastwood con su habitual maestría, con la humildad necesaria para no caer en el adoctrinamiento ni la sentencia fácil, y con la habilidad que le proporcionan tantos años delante y detrás de las cámaras. Todo lo cual hace que en su estilo nada falte ni sobre, el trabajo de protagonistas y secundarios, y vaya si aquí los hay, sea preciso y contundente, y todo lo demás contribuya desde la sobriedad y la depuración a lograr otro film ejemplar de un director que ya no necesita demostrar nada, sólo seguir en la profesión como mero vehículo para sentirse vivo y hacérnoslo sentir a nosotros y nosotras.
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