Guión y dirección John Carney Fotografía Yaron Orbach Música Gregg Alexander Intérpretes Keira Knightley, Mark Ruffalo, Adam Levine, Hailee Steinfeld, Catherine Keener, Mos Def, James Corden, CeeLo Green Estreno en España 1 agosto 2014
Once proporcionó en 2006 cierta fama a su director, John Carney. Desde entonces apenas ha dirigido un par de largometrajes de escasa difusión, inéditos en nuestro país, hasta que ha vuelto con una comedia romántica en la que reincide en mostrar el mundo de la música, y más concretamente de la canción folk y pop. Si en aquella un cantautor y una inmigrante paseaban sus canciones y su amor por las calles de Dublín a ritmo casi de documental, ahora son un productor musical y una autora de canciones quienes se enfrentan y ayudan pero en las calles, bares, garitos, lofts y apartamentos de la siempre agradecida Manhattan. Lo primero que hay que agradecerle es que incribiéndose en el género de comedia romántica y ambientándose en Nueva York, no pretenda en absoluto emular al idolatrado Woody Allen, como hacen muchos cineastas contemporáneos. Y los segundo es transmitir una evidente carga de pasión hacia la música, como ilustradora de sueños, compañía de desamores, invitación a la danza o estímulo para reinventarse, autoconocerse y superar complejos. Para ello cuenta con una convincente banda sonora de Gregg Alexander, cuyas canciones son lo suficientemente competentes como para convencer de su presunta calidad, por mucho que al hacer aparición clásicos como Luck Be a Lady de Sinatra, For Once in My Life de Stevie Wonder, As Time Goes By de Dooley Wilson o Thinking About Your Love de Skipworth & Turner sean éstas a la larga las canciones que nos demuestren la grandeza de la música y su carácter imprescindible para acompañar nuestras vidas. Con un argumento en el que las nuevas oportunidades, los afectos, los desencantos y también las nuevas tendencias comerciales de la música y la inevitabilidad de buscar nuevos cauces de distribución, generan un collage tan digerible como entretenido. Hallazgos tales como la transformación de las calles de la ciudad en estudio de grabación, o el despertar emocional de una adolescente desnortada, contribuyen a un producto estimable y disfrutable, en el que sin embargo sobran estereotipos y recursos de guión tan inútiles como la afición del protagonista al alcohol. Keira Knightley hace su habitual exhibición de muecas pero consigue granjearse simpatías con su personaje humilde y discreto, mientras el resto del reparto hace un trabajo solvente, destacando el debut en el cine del líder de Maroon 5, Adam Levine. A celebrar su resolución.
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