Dirección Daniel Monzón Guión Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón Fotografía Carles Gusi Música Roque Baños Intérpretes Luis Tosar, Jesús Castro, Sergi López, Bárbara Lennie, Eduard Fernández, Jesús Carroza, Said Chatiby, Mariam Bachir, Ian McShane Estreno 29 agosto 2014
Crítico cinematográfico reciclado en director de cine, Daniel Monzón nunca ha ocultado su predilección por el cine americano de gran espectáculo y entretenimiento, con el acierto de darle ese toque local que lo distinga del original de referencia. Vinculado a las filas de Álex de la Iglesia desde el inicio de su carrera, ha compartido con él incluso guionista y compositor, ofreciéndonos desde hace una veintena de años cinco títulos enmarcables en el género épico, como son El corazón del guerrero, El robo más grande jamás contado, La caja Kovak, Celda 211 (su mayor logro crítico y comercial hasta el momento) y ahora El niño. Se trata de un thriller policiaco ambientado en el Estrecho de Gibraltar en torno al narcotráfico, en el que un veterano inspector de policía empeñado en desmantelar una peligrosa red de narcotraficantes tendrá que vérselas con un joven gaditano novato pero muy aguerrido. Siguiendo con maestría las técnicas de promoción norteamericanas, su productora, Tele 5, ha hecho un trabajo extraordinario a la hora de vender de antemano un producto que no ofrece ni de lejos lo que promete. No hay química en el supuesto duelo, aunciado ya desde el cartel de promoción, entre Tosar y el debutante Castro, que también ha recibido su correspondiente sobredosis de publicidad, y todo por poseer unos ojos cautivadores. Sus personajes carecen de entidad y definición suficiente como para provocar empatía, mientras la trama apenas da para un episodio de El príncipe, serie de televisión también de Tele 5 protagonizada por José Coronado. Se presta demasiada atención a las subtramas cómica protagonizada por el joven andaluz Jesús Carroza, y romántica a cargo de Mariam Bachir, lo que distrae del argumento principal, lo desmiembra y margina, haciendo que el producto además pierda ritmo e interés. Su presunta espectacularidad se reduce a dos persecuciones por mar, en las que uno se pregunta si es suficiente un mero helicóptero para interceptar una lancha en la que a todas luces se transportan miles de kilos de cocaína; no hubiera estado mal incluir también un guardacostas. No están siquiera rodadas con la tecnología y espectacularidad que requieren e incluso llegan a resultar ridículas, aunque no tanto como una absurda persecución de coches que ralentizan a conveniencia y patinan sin causa lógica. Los personajes son alarmantemente arquetípicos: el gracioso andaluz, el inglés con trajeado tropical, los duros policías, el jefe chocante, la compañera sensual… Su mérito, haberse vendido envidiablemente con suficiente antelación. Por lo demás desperdicia la ocasión de haber realizado una estimable película de acción ambientada en una zona tan carismática como la que separa España de Marruecos y una pequeña porción de Inglaterra, y apenas se queda en la epidermis de los temas que aborda, como la corrupción policial o la fascinación del dinero y el poder.
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