martes, 24 de enero de 2017

LA LUZ ENTRE LOS OCÉANOS Irritante letanía sobre el perdón y la redención

Título original: The Light Between Oceans
USA 2016 130 min.
Guión y dirección Derek Cianfrance, según la novela de M. L. Stedman Fotografía Adam Arkapaw Música Alexandre Desplat Intérpretes Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, Bryan Brown, Anthony Hayes, Caren Pistorius, Leon Ford, Benedict Hardie, Florence Clery, Jane Menelaus, Garry McDonald, Emily Barclay Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2016; en Estados Unidos 2 septiembre 2016; en España 20 enero 2017

Que a Derek Cianfrance le gustan los melodramas (Blue Valentine) y los folletines (Cruce de caminos) ya lo sabíamos, pero que llegara tan lejos en ésta su última película, y con hechuras tan clásicas y académicas, no lo intuíamos. Y no es que no nos guste el estilo clásico, incluso anticuado, que ha adoptado, sino más bien todo lo contrario, pero no al servicio de un producto tan pueril e irritante como éste, dominado además por un tono pretencioso de gravedad y solemnidad, además de forzado y tristón. Cuenta con un reparto excelente, un escenario único como es el lugar remoto de Australia en el que se ubica el faro al que hace mención el título, una bucólica fotografía y una hermosa banda sonora, como suele ser habitual en Alexandre Desplat. Pero el libro que adapta, la historia que cuenta, es tan lamentable que apenas logra levantar cabeza. Y eso que apunta muchos temas de los que podría haberse sacado jugo, pero los deja en la superficie, sin desarrollo ni interés. La posibilidad de cometer un crimen sin creerlo tal, la capacidad para entregarse hasta lo insospechado por amor, el dolor de la guerra y ese infundado odio al enemigo, ya apuntado en la reciente Frantz, y un sinfín de cuestiones pasan sin convicción, como sin quererlo, por esta desdichada película más preocupada en erigirse en una especie de letanía sobre la redención y el perdón, en un tono irritantemente piadoso y casi religioso. Su argumento hace aguas por todas partes, como los océanos que menciona el título, y sus moradores ni insuflan credibilidad ni emoción alguna. Por todo ello no queda más remedio que considerarla una película absolutamente fallida y evitable. Y hay quien lo compara con David Lean... ay si levantara la cabeza.

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