domingo, 10 de enero de 2021

UN PERRO LADRANDO A LA LUNA La estática renuncia a la felicidad

Título original: A Dog Barking at the Moon
China-España 2019 107 min.
Guion y dirección
Lisa Zi Xiang Fotografía Jose Val Bal Música J. García Escudero Intérpretes Renhua Na, Gaowa Siqin, Zhang Yinyue, Jiang Bing, Ming Xing, Wu Renyuan, Thomas Fiquet, Chen Zhenyuan, Wang Xilu, Li Fuzhu Estreno en el Festival de Berlín 11 febrero 2019; en España (internet) 19 febrero 2020 

La pandemia del coronavirus ha dejado muchos proyectos a la intemperie, bien sin poderlos realizar o, como éste, impidiendo su exhibición en salas. Es una lástima, porque esfuerzos como éste, que supone el debut en el largometraje de su directora, Lisa Zi Xiang, y su esposo Jose Val Bal, natural de El Puerto de Santa María pero formado como ella en Nueva York, merecían mejor suerte.

Para esta ópera prima se han embarcado en un tema tan espinoso en China como la homosexualidad, lo que ha provocado su desprecio y persecución en el país de origen y la necesidad de apoyo en el nuestro para al menos exhibirse en certámenes como el de Berlín, donde se alzó con el premio Teddy destinado a temáticas LGTBI. A partir de ahí solo en internet y otros festivales, fundamentalmente de tema especializado, ha podido disfrutarse de esta singular historia de descubrimiento sexual y represión generacional en el que una madre intolerante y represiva mantiene un juego dialéctico mayoritariamente infructuoso con su hija, que acaba de volver de Nueva York para dar a luz en su tierra. A la trama central se une otra relacionada con las sectas religiosas que provoca una incoherencia imperdonable en el personaje de esa madre hacia el final de la película. Aunque parece que el film quiera incidir sobre la brecha generacional e intelectual existente en una generación curtida en la dictadura comunista y otra más afín a nuevos valores y tendencias existenciales, la propuesta choca con el hecho de que su material siga siendo proscrito en aquel país.

Con todo la cinta se perjudica de un ritmo demasiado premioso y una dirección de fotografía premeditadamente estática, tanto como la postura de su intransigente protagonista, en la que el encuadre se mantiene fijo en cada una de sus a menudo largas secuencias, salvo en una jubilosa escena de conjunto y un presuntamente reconciliador baile final. El tono triste y gris del film tampoco ayuda a disfrutarlo en su integridad, pero en general se puede afirmar que constituye un debut arriesgado y valiente que se sigue con interés y curiosidad.

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