viernes, 5 de diciembre de 2025

LEONOR BONILLA RESPLANDECE JUNTO A LA ROSS

Sinfónico 6: Tutto Mozart. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Leonor Bonilla, soprano. Jan Willem de Vriend, dirección. Programa: Obertura de Lucio Silla, K.135; Popoli di Tessaglia! Io non chiedo, eterni Dei, K.136; Adagio y fuga en Do menor, K. 546; Vorrei spiegarvi, Oh Dio!, K. 418; Ah se in ciel, benigne stelle, K. 538; Sinfonía nº 41 en Do mayor, K. 551 “Júpiter”, de Wolfgang Amadeus Mozart. Teatro de la Maestranza, jueves 4 de diciembre de 2025


Otro lleno casi absoluto y un gesto más del Maestranza para cumplir su función de templo de la lírica, tras unas semanas apoteósicas en las que hemos podido disfrutar de La reina de las hadas de Les Arts Florissants, Orfeo y Eurídice con Cecilia Bartoli, Lucrezia Borgia de Donizetti, y el próximo domingo el esperado recital de Xabier Anduaga. Que el público esté respondiendo de esta manera tan entusiasta y entregada a tan rica y a la vez inabarcable oferta, quizás sea un síntoma de que el interés por la gran música vuelve a lucir en esta tierra con tantos festejos y celebraciones.

El sexto programa de abono de temporada de la Sinfónica se inscribe también en esa programación lírica del Maestranza, con la intervención estelar de la soprano sevillana Leonor Bonilla, consolidada ya como gran estrella internacional, cuyas generosas aptitudes quedaron fehacientemente demostradas en un programa tan exigente como el diseñado por Macías y el equipo responsable de la orquesta. La propuesta es un Todo Mozart, o quizás más bien un Sólo Mozart, pues gramaticalmente todo respondería más bien al inabarcable catálogo completo del compositor, mientras sólo se circunscribe a una selección del único autor en el programa.

De cualquier forma, una obertura operística, tres arias de concierto, una pieza de juventud y su última y grandísima sinfonía, dan buena muestra del arte y la estética inconfundiblemente mozartiana. A la batuta, el trabajo del holandés Jan Willem de Vriend se antojó robusto, entusiasta y muy atento a cada inflexión de la orquesta, así como respetuoso frente a las de la voz, una Leonor Bonilla quizás en su mejor momento, muy madura y capaz de enfrentarse a los retos más difíciles y salir triunfante.

Un talento que ha crecido ante nuestros ojos y oídos

Tenemos la suerte absoluta de haber sido testigos de la extraordinaria evolución de esta joven soprano sevillana, desde su triunfo en el Certamen Nuevas Voces de Sevilla hasta su jocosa participación en El califa de Bagdad de Manuel García hace apenas dos meses, pasando por aquella Lucia di Lammermoor en 2018 y los recitales y galas con las que nos ha acompañado en varias veladas felices. La de anoche, que se repite hoy, se suma a todas ellas con un concierto de enorme calidad y calado entre la afición, que no dudó en ovacionar hasta el infinito el talento de su voz y encanto.

Popoli di Tessaglia! es un aria concebida para incluirse en la ópera Alceste de Gluck, pero de tal complejidad que rara vez lo hace, de forma que se ha reservado para concierto y voces muy atrevidas, como la de Bonilla, que logró salir airosa de tan difícil misión. La pieza, una combinación de recitativos y arias de considerable duración, ofrece ocasiones de sobra para el lucimiento, pero también notas de muy difícil resolución que Bonilla afrontó de forma lúcida y brillante. A esa dificultad técnica superada hay que añadir la enorme belleza de su voz y el gusto exquisito con que la entona.

Con extrema delicadeza y un cuidado extraordinario en los acentos, entonó la muy melódica Vorrei spiegarvi, otra aria de concierto destinada a una ópera ajena, en la que la desesperanza por amor cobra un sentido especial a través de la belleza de la línea melódica, maravillosamente defendida por la rutilante y estupendamente ornamentada voz de la soprano, y siempre con la complicidad de la batuta. En Ah se in ciel, benigne stelle es su exigente coloratura lo que puede poner en jaque a la cantante, mientras se debate entre el amor y la muerte. Bonilla empleó todos los recursos posibles para conseguir una interpretación vertiginosa y exuberante de la pieza, siempre bajo la mirada atenta y el respeto absoluto que desplegaron el director y la orquesta, con especial mención a los bellísimos solos del clarinete acompañando la estremecedora melodía.


Una batuta informada y elegante

En el primer encuentro de Jan Willem de Vriend con la Sinfónica, sus ademanes enérgicos y entusiastas recibieron una óptima respuesta por parte de una orquesta que aunque reducida a la treintena de integrantes, sonó con una suntuosidad increíble. Así pudimos comprobarlo en la vivaz primera parte de la obertura de la ópera de juventud Lucio Silla, mientras en la segunda desplegó todo su encanto y armonía, para regresar al ímpetu y la voracidad en la tercera y conclusiva.

Más singular nos pareció el Adagio y fuga K. 546, un particular homenaje a la gramática bachiana que juega en bucle y recrea sonoridades en espiral que se van superponiendo, con especial énfasis en una cuerda grave que da mucho cuerpo a la partitura. La respuesta aquí de director y orquesta fue también impecable.

Por muchas veces que escuchemos la Júpiter de Mozart, nunca nos cansaremos de hacerlo. Los primeros acordes nos parecieron abruptos, secos y acelerados, temiendo que la interpretación históricamente informada, siguiendo la tercera vía de los instrumentos modernos, fuera a disgustarnos por sus marcados acentos y dinámicas muy contrastadas. Sin embargo, la sinfonía deambuló con fluidez y soltura, vibrato reducido, planos sonoros muy bien diseñados y matices en los que se vislumbró una especial elegancia para afrontar tan archiconocida pieza. En consecuencia, nos gustó este director holandés implicado en varias formaciones de prestigio europeas y asiáticas.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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