martes, 21 de junio de 2011

PACO CANO PRESENTA SU MÚSICA, ESCRITA CON EL CORAZÓN

Recámara. Recital de canciones y música de cámara de Paco Cano
Mónica Rengel, soprano. Javier Rodríguez, tenor. Jesús Campos y Rocío Vilchez, piano. Eduardo Rodríguez, contrabajo. Javier León, clarinete. Gonzalo Castelló, viola. Cuarteto Da Capo: Laura Rubiales y María Sansón, violines; María Manchón, viola; y Beatriz González, cello. Escolanía de Los Palacios, voces blancas.
Centro Cultural Cajasol. Sala Joaquín Turina. Lunes 20 de junio de 2011.

Cuarteto Da Capo
Bajo pretexto de la dichosa crisis son muchas las manifestaciones culturales que han ido desapareciendo, siendo una de las más llamativas el espléndido ciclo de cámara que ofrecía el Centro Cultural Cajasol hasta hace apenas unos meses. Sin embargo esta misma situación ha provocado que muchos músicos locales hayan agudizado su ingenio para seguir ofreciendo espectáculos procurando cierta garantía de calidad. Es el caso de los miembros de la Orquesta Barroca de Sevilla, que nunca hasta ahora habían ofrecido tantos conciertos, bajando naturalmente su caché profesional, pero manteniendo siempre la categoría que les caracteriza. En otros casos son las formaciones que intentan resurgir sobreviviendo sólo con capital privado, como ocurre con la Orquesta Filarmónica Bética, presentada hace unos días y con vocación de orquesta escénica, para acompañar espectáculos de danza, teatro, zarzuela y ópera.

Pero una de las propuestas más insólitas y sanas nos llegó el pasado lunes con un recital curioso y entrañable centrado en composiciones de un melómano de toda la vida y profesional de la música en nuestra ciudad. Se trata del profesor Francisco Cano, dedicado tanto a la música clásica como al jazz desde diversas formaciones hispalenses, combinándolo con la composición. Sin embargo tenía la deuda pendiente de ofrecer en público un ramillete sacado de la recámara de su corazón, formado por piezas de cámara y canciones, y aglutinando todo un universo de influencias, desde la música cinematográfica a la de cámara estricta, leves toques de jazz y música popular, y demostrando que también se puede hacer música por encima de cualquier moda o corriente, haciendo simplemente la suya, la que le gusta y motiva. Claro que los resultados no siempre son iguales, pero en general se trata de una obra amena y sincera, sin pretensiones ni artificios, que van desde el ritmo sincopado al lirismo contenido.

Para su puesta de largo contó con un buen puñado de jóvenes dedicados en nuestra ciudad a la música, con el Cuarteto da Capo ofreciendo versatilidad y coordinación en sus juegos de cuerdas, acompañadas por Eduardo Espínola al contrabajo, el estupendo clarinetista Javier León González, que protagonizó una de las páginas más inspiradas de la noche, Noviembre, así como un excelente duelo con el violista Gonzalo Castelló Ferri en el Trío Mágico. El resto del elenco también mantuvo buen nivel, incluidos los niños de la Escolanía de Los Palacios en la simpática canción Niños, logrando que nos hiciéramos una idea de la inquietud lacerante en quienes han logrado encontrar un hueco, aunque sea humilde, en el difícil mundo de la interpretación musical. Muchos de ellos y ellas han pasado por multitud de conjuntos y han recibido formación de grandes nombres, muy especialmente quienes han tenido ocasión de trabajar con el Diván de Barenboim, lamentablemente en vías de extinción ante el inminente aterrizaje del nuevo gobierno en la Junta de Andalucía. Mucho nos tememos que ni una muestra de buena voluntad de la Fundación Barenboim-Said, por ejemplo en forma de rebaja en sus presupuestos económicos, por otro lado ficticia, en aras al buen fin de sus objetivos,  lograra frenar lo que no es sino una política de destrucción masiva de lo que otros que no fueron ellos hicieron.

Al margen de todas estas consideraciones, la del lunes fue una velada entrañable, un apunte mágico en la historia de un amante de la música, y una ocasión para comprobar el nivel alcanzado en la interpretación musical en nuestra ciudad. Lástima que contara con tan poca afluencia de público, insólito teniendo en cuenta que con sólo un puñado de amigos, alumnos, profesores y familiares de los intérpretes allí presentes, se hubiera llenado la sala. Esta ciudad tiene esos misterios insondables.

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