domingo, 7 de abril de 2019

IDENTIDAD BORRADA Demasiado contenida para un tema tan irritante

Título original: Boy Erased
USA 2018 115 min.
Guión y dirección Joel Edgerton, según el libro de Garrard Conley Fotografía Eduard Grau Música Danny Bensi y Saunder Jurriaans Intérpretes Lucas Hedges, Nicole Kidman, Russell Crowe, Joe Edgerton, Xavier Dolan, Troye Sivan, Joe Alwyn, Britton Sear, Jesse LaTourette, David Joseph Craig Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2018; en Estados Unidos 2 noviembre 2018; en España 5 abril 2019

Coincide por causalidad el estreno de esta película con el descubrimiento en el obispado de Alcalá de Henares de prácticas terapéuticas para curar la homosexualidad. Curiosa promoción extra que está recibiendo esta modesta película con la que el actor Joel Edgerton se adjudica el mérito de denunciar este tipo de aberraciones educativas y dogmáticas en pleno siglo XXI. Toma para ello como base la experiencia del periodista y escritor Garrard Conley, obligado por su familia, de profundo sentimiento religioso (su padre además de regentar un fructífero concesionario de automóviles, ejercía como predicador baptista), a someterse a un riguroso programa de regeneración sexual para volver por el buen camino, enamorarse de la joven adecuada y contribuir a la expansión de la especie como Dios manda.

Como puede comprobarse se trata de un prometedor tema de arranque, susceptible de remover conciencias y provocar rabia, que Edgerton en su segundo largometraje como director tras la interesante El regalo, malogra precisamente por pretender ser sutil y huir de la consabida histeria que suele acompañar este tipo de manifestaciones. El problema es que la cuestión exige por una vez algo más de fuerza y agresividad, sin que todo parezca blandito como de hecho ocurre en esta película de errática narrativa y poca enjundia dramática. Más agresivas y dolientes resultan las grabaciones robadas a las incompetentes terapeutas que nutren el cruel e inhumano programa perpetrado por el prelado Juan Antonio Reig, paradigma de la intolerancia y la inquisición más recalcitrante, rancia y anacrónica imaginable. Edgerton decepciona a la hora de exponer de forma tan aséptica un problema que tanto hace sufrir a millones de jóvenes en todo el mundo, y no digamos en aquellos países donde la orientación sexual, que no es libre sino impuesta por la sabia naturaleza, es castigada con la pena capital, siendo Brunei el último en unirse a tan lamentable lista.

Los saltos en el tiempo se estructuran de forma caprichosa, mientras las técnicas de rehabilitación se muestran raquíticas y redundantes, confesiones y rezos continuos como arma recurrente. Así las cosas este producto con hechuras de telefilm se confía a sus intérpretes, entre los que destaca un Russell Crowe con el triple tamaño del que nos tiene acostumbrados, el propio Edgerton como malicioso director de terapia, reflejo de la propia represión como génesis de toda venganza y crueldad, el cantante y modelo Troye Sivan, que además canta el melancólico tema principal, Revelation, el director canadiense Xavier Dolan (Laurence Ayways, Mommy, Solo el fin del mundo) como militar atormentado por su condición, y Lucas Hedges, contenido y amansado en su rol protagonista, que disfruta de madres en la ficción tan sensacionales como Julia Roberts (El regreso de Ben) y ahora una Nicole Kidman que se come cada plano en el que sale como rubia platino entradita en años. El reparto y una sobresaliente consulta a la doctora en la que se expone con claridad meridiana el imposible equilibrio entre ciencia y maldita religión, justifican el visionado de una película que debería haber ofrecido más.

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