Guion y dirección Jesse Eisenberg Fotografía Michael Dymak Intérpretes Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Will Sharpe, Jennifer Grey, Kurt Egyawan, Daniel Oreskes, Liza Sadovy Estreno en el Festival de Sundance 20 enero 2024; en Estados Unidos 1 noviembre 2024; en España 10 enero 2025
Aunque el primer trabajo como guionista y realizador de Jesse Eisenbeerg, Cuando termines de salvar el mundo, apenas tuvo repercusión, ya mostró la particular visión de observador de la condición humana del protagonista de cintas como Ahora me ves, Café Society o La red social. Su revelación definitiva le ha llegado ahora con éste su segundo largometraje, donde brilla una escritura ágil y distendida, capaz de llegar al espectador tanto en sus aspectos sentimentales como puramente jocosos. A través de la comedia, pero sin renunciar a un tono melancólico y crepuscular que lo inunda todo, Eisenberg nos cuenta el viaje de reencuentro y descubrimiento de dos primos de muy diferente condición, con la excusa de visitar el lugar donde vivió su abuela, recientemente fallecida, antes de sobrevivir al Holocausto y fijar su residencia en Estados Unidos. Va por delante el respeto absoluto del todavía joven actor y director por la vieja Europa y sus gentes, paisajes y bagaje histórico y cultural, embarcándose ambos protagonistas en un tour para los muy privilegiados por el holocausto polaco, donde se dan cita una serie de pintorescos viajeros, desde la parcialmente despechada madre de familia abandonada, una Jennifer Grey de Dirty Dancing felizmente recuperada, a un africano convertido al judaísmo y ferviente practicante de sus tradiciones y dogmas, y una pareja madura integrada en su vida acomodada, que mira este singular y traumático pasado con distancia y mucha calma. Entre todos ellos, un académico guía de formas aseadas y distantes con una realidad tan dolorosa.
El director toma esta particularidad como mero pretexto para exponer los dolores morales y éticos que azotan a parte de la humanidad, especialmente a generaciones herederas de tanto horror, desesperanzadas ante un futuro incierto. Se suma Eisenberg a la denuncia reiterada de la gente de su religión, generalmente no practicada, sobre la barbarie nazi, mientras aún esperamos que alguno, quizás Spielberg, Allen o Streisand, alce su voz ante la que ahora protagoniza su pueblo frente al cada vez más fenecido palestino. Pero al menos él sólo utiliza esta denuncia de forma coyuntural, como paisaje de fondo para dolores más sicológicos, contemporáneos, y así, de forma tan sutil como delicada, sin calar hondo, hacerse eco de la vacuidad y la falta de ilusión de una generación que lleva ya un cuarto de siglo experimentando dolor y cambio traumático.
Supone el film el salto definitivo de Kieran Culkin, hermano de Macaulay, perdido entre series y personajes secundarios, que aquí hace un trabajo sensacional para meterse al público en el bolsillo con su papel de desvergonzado y aparentemente concienciado joven ya en los cuarenta, que ofrece tantos cambios de humor como desternillantes ocurrencias, y que el actor describe desde una aparente sobreactuación que en realidad esconde un estudio pormenorizado del personaje, auténtico protagonista de la función, por mucho Globo de Oro en la categoría de secundario que haya merecido. Y todo mecido por la bucólica música de Chopin, tan polaco como el aeropuerto que lleva su nombre. Una encantadora selección de nocturnos, valses, estudios y preludios de la mano del pianista canadiense-israelí Tzvi Erez, acertado en su mezcla de lirismo, virtuosismo y poética contención, ilustra este celebrado viaje lleno de ternura y compasión de dos primos llamados a entenderse.
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