domingo, 18 de septiembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA VIDA Jugando a ser Dios Kubrick

Título original: The Tree of Life
USA 2011 141 min.
Guión y dirección Terrence Malick Fotografía Emmanuel Lubezki Música Alexandre Desplat Intérpretes Brad Pitt, Jessica Chastain, Hunter McCracken, Laramie Eppler, Sean Penn, Fiona Shaw, Tye Sheridan Estreno en España 16 septiembre 2011


Una de las más esperadas películas de la temporada, junto a la nueva de Almodóvar, ha acabado resultando una auténtica decepción. Una estrategia de mercado ha convertido un film experimental y minoritario en un reclamo comercial, gracias a su atractivo reparto y a la Palma de Oro conseguida en Cannes. De los dos carteles disponibles de la película hemos elegido el que ilustra esta crónica porque representa mejor lo que vamos a encontrar en la película: una indigesta cataplasma de imágenes dispuestas de forma más o menos ingeniosa con el fin de recrear emociones y sensaciones que puedan ser fácilmente identificables por el público occidental. El problema radica en que el film termina pareciendo más una videocreación destinada a un museo, si se sometiese a una duración convenientemente reducida, que un producto cinematográfico propiamente dicho. Y se agrava cuando nos damos cuenta de la pedantería y pretenciosidad que esconde. Se trata de explicar el origen y el sentido de la vida, el entorno que nos rodea, hábilmente ambientando en una familia de clase media, arquetípica en su estructura y comportamientos (matriarcado, padre severo que esconde candor tras una armadura de hierro candente, madre amorosa y juguetona, infancia llena de vivencias y alegrías pero también de dudas y decepciones…), y sobre todo nuestra conexión con el más allá, en forma de creencias religiosas y unión con un superser creador y castigador, rezando para ello con multitud de pedantes citas bíblicas, muchas de ellas con abuso de la voz en off. Y en este punto entra una estética y un afán de trascendencia que entronca directamente con el cine de Kubrick, y más concretamente con su 2001, pero sin alcanzar su genio y convicción, incluyendo una banda sonora pastiche en la que el realizador le ha sacado polvo a su colección de discos de grandes éxitos de la música clásica, despreciando casi absolutamente la espléndida e inspiradísima música que para la ocasión le ha compuesto Alexandre Desplat, de la que apenas ha sobrevivido en el montaje final del film cinco minutos. Algo parecido le ocurrió a James Horner con El nuevo mundo, otra película fallida, pedante y pretendidamente trascendente de Malick, en la que se nos contaba sin vigor ni brillo la historia de Pocahontas. Malas relaciones tiene este director con sus compositores, aunque lograra para Hans Zimmer una nominación al Oscar por La delgada línea roja, y otra para Ennio Morricone por Días del cielo. Puede que a pesar de todo lo dicho entusiasme a muchos, de lo contrario no habría logrado el máximo galardón al que aspira cualquier cineasta ni habría suscitado los elogios de gran parte de la prensa especializada, pero a nosotros nos ha parecido una suerte de tomadura de pelo, a mitad camino de National Geographic, las videocreaciones aludidas y el talento mal entendido de Kubrick. En el apartado de aciertos no podemos negar la belleza de muchas de sus escenas, especialmente las carreras de madre e hijos por prados, bosques y jardines, siempre en busca del juego y la felicidad, adornadas con una hermosa utilización del ruido ambiente. Y aunque con los intérpretes le ocurre como con los músicos, que prácticamente los condena al desprecio, con un montaje tan entrecortado que apenas deja espacio para que los personajes y sus creadores/as respiren, Brad Pitt consigue insuflar a su personaje de la ambigüedad con la que está diseñado, mientras los niños, especialmente Hunter McCracken, realizan un trabajo sobresaliente en matices y expresividad. Sean Penn pasaba por allí (aunque su voz mantiene un poco más de protagonismo) y Jessica Chastain presta su belleza, elegancia y contención al relato.

"River" es uno de los muchos temas de la banda sonora compuesta por Alexandre Desplat para la película que Terrence Malick ha despreciado en favor de un pastiche de música clásica

3 comentarios:

  1. Bueno, a mí esta película me gustó bastante. También le he visto mucha influencia de 2001, pero las imágenes que aquí se ofrecen, a diferencia de aquella, no tienen, por lo menos así lo interpreto yo, una intención simbólica, cosa que le daba a la de Kubric una dimensión algo kitsch, que no aprecio aquí. De acuerdo con la influencia del videoarte, pero habrá que empezar a acostumbrarse a las contaminaciones y aportaciones de otros estilos de contar audiovisuales (también me lo pareció Le quattro volte)... En otro sitio he leído que es un poema visual (se supone que sinfónico), para mí es más un Requiem (esperanzado y optimista, en la onda del de Fauré, diría yo). Después de escuchar la banda sonora original, que me parece muy bella, sobre todo ese "River", creo que aún así comparto la elección musical de Malick. Creo que está bien elegida. En un momento determinado se escucha la banda sonora de La delgada línea roja, de Zimmer, y ese fragmento elegido tiene mucha relación atmosférica con la de Desplat. La música que más me impactó fueron los fragmentos corales, que le dan sentido como requiem y una especial emotividad. Esos son precísamente los únicos fragmentos que no pude reconocer y me gustaría averiguar su autor. Un saludo.

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  2. Gracias ante todo por leerme. Afortunadamente hay mucha gente que comparte su opinión, y digo afortunadamente porque siempre es bueno que exista controversia; en eso consiste precisamente el arte, en generar debate y a veces incluso polémica. Cuando todos y todas coincidimos en algo parece que huele raro.
    En cuanto a la música que no acierta a identificar, se trata del "Requiem For My Friend", especialmente el "Lacrimosa", que compuso Zbigniew Preisner para su gran amigo y colaborador Krzystof Kieslowski, en interpretación de la Sinfonia Varsovia y la Varsov Chamber Choir, con la voz solista de Elzbieta Towarnicka.

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  3. Muchas gracias. También he visto que la música del principio es de John Tavener: Funeral Canticle, y que lo que yo había identificado (erroneamente) como la música de Zimmer era de la sinfonía 3 de Gorecki. ¡Vaya con la neurona!

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