La música de Debussy, a menudo evocadora de la naturaleza, profusa en motivos vegetales y florales, elementos decorativos y figuras en arabescos, se aviene bien con los exuberantes jardines del Alcázar, donde este año se le rinde homenaje por su ciento cincuenta cumpleaños.
Esta vez Juan Ronda no necesitó echar mano de trascripciones, como sí hiciera cuando tocó con el Trío Apsara; el repertorio para flauta y piano es más nutrido en el impresionismo francés, aunque con riesgo de monotonía. El sofocante calor fue un buen aliado del efecto soñoliento provocado con un programa abordado sin entusiasmo ni emoción.
Ya hemos destacado otras veces que Ronda conoce y controla perfectamente su instrumento pero lo ahoga en ornamentaciones y filigranas sin ahondar en su expresividad y emotividad, lo que unido a una errática y tosca Auxiliadora Gil al piano, generó insatisfacción ante un programa bellísimo sobre el atril. La primera de las tres sonatas que compuso Philippe Gaubert reflejó su ingenuidad y delicada articulación, pero ya en los Seis Epígrafes Antiguos de Debussy se acusó ese exceso de monotonía y languidez. Dos de estas piezas y la sensual Syrinx, significativo pariente de la siesta del fauno, fueron ofrecidas la semana pasada por Ausdruck Trio con más ahínco. No fue precisamente pausada la interpretación que Gil hizo del hermoso Vals plus que lente, frecuentemente errado, con tendencia a enfatizar y un uso desacertado del pedal que ahogaba notas más necesitadas de respiración. Sólo el allegro de la Fantasía Op.79 de Fauré logró despertarnos de un sopor generalizado.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 12 de julio de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario