Dirección Andrés Wood Guión Eliseo Altunaga, Rodrigo Bazaes, Guillermo Calderón y Andrés Wood, según el libro de Ángel Parra Fotografía Miguel Ioan Littin Música Violeta Parra Intérpretes Francisca Gavilán, Thomas Durand, Christian Quevedo, Gabriela Aguilera, Roberto Farías, Marcial Tagle Estreno en España 5 julio 2013
El director chileno Andrés Wood, de quien en España apenas hemos visto Machuca, adapta libremente el libro de Ángel Parra sobre su madre, la gran cantautora chilena Violeta Parra, cuyo título dio origen también a un disco del propio Ángel versionando los temas más conocidos de la autora de Gracias a la vida. Pero no se trata de un biopic al uso, sino más bien de una semblanza de la controvertida y compleja personalidad de una de las mujeres más singulares y sobresalientes del siglo XX no ya en Latinoamérica sino en el Mundo entero, por su reivindicación, intrínseca unas veces y manifiesta otras, del papel de la mujer en la sociedad, el comunismo y especialmente en las artes. La película está estructurada y narrada como si fuera uno de esos patchwork que tanto gustaba a la cantante vestir en sus actuaciones. Idas y venidas de su infancia a su madurez, de su papel fracasado como ama de casa a sus éxitos como artista plástica en París, donde incluso llegó a exponer en el Louvre, de sus recitales por Europa a la creación de un sueño, la carpa La Reina en su país natal, un lugar de peregrinación para los trovadores de la música humilde del campo de Chile y por extensión toda Latinoamérica. Un ir y venir buscando tejer su psicología, entender su comportamiento, a veces cálido y tierno, otras muchas vulnerable y egocéntrico, otras incluso histérico, siempre intentado mantener el control sobre su vida y la de quienes le rodeaban, especialmente sus hijos, Ángel e Isabel, y sus maridos y amantes. Pasando por alto episodios cruciales como sus encuentros con otros artistas de la talla de Pablo Neruda o Víctor Jara, o su militarismo político en la campaña de Gabriel González Videla, a instancia de su primer marido, no se hace hincapié en su valor dentro de la cultura de su país y como artífice de la Nueva Canción Chilena, aunque una entrevista de televisión que salpica todo el metraje pudiera demostrar lo contrario; siendo finalmente la desmitificación de la homenajeada lo que gane terreno en esta cinta, sobre todo en lo que concierne a su tortuosa y manipuladora relación con el joven musicólogo y antropólogo suizo Gilbert Favré. El polvo caracteriza artísticamente esta película, en los áridos paisajes que lo pueblan, en esas casas humildes que habita o visita en busca del acervo popular, en las ancestrales costumbres mortuorias del país, o en la mismísima carpa en la que se reúnen los seguidores de su música y el folclore americano en general. Francisca Gavilán hace un trabajo de interpretación excelente, atreviéndose incluso a cantar los múltiples temas que van ilustrando la vida de esta singular artista, cuando lo habitual en estos casos es remasterizar la voz de la interpretada. El film ganó el Gran Premio del Jurado en Sundance y estuvo nominada al Goya a la mejor película extranjera de habla hispana de 2011. Y al final, incapaz de controlar todo lo que amaba y perseguía, se pegó un tiro allí, en La Reina, con casi cincuenta años y solo uno después de escribir Gracias a la vida… y dicen que se fue a los cielos.
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