USA 2013 140 min.
Dirección Derek Cianfrance Guión Derek Cianfrance, Ben Coccio y Darius Marder Fotografía Sean Bobbitt Música Mike Patton Intérpretes Ryan Gosling, Bradley Cooper, Eva Mendes, Dane DeHaan, Emory Cohen, Ray Liotta, Rose Byrne, Bruce Greenwood, Harris Yulin, Ben Mendelsohn Estreno en España 6 septiembre 2013
Curtido en la televisión, donde estuvo varios años realizando documentales, Derek Cianfrance obtuvo cierto reconocimiento con Blue Valentine, una historia de amor desgarradora y visceral que tuvo como protagonista a Ryan Gosling y que llegó a nuestras pantallas con un considerable retraso de varios años. También con retraso (seis meses con respecto a su estreno en Francia, cinco con respecto a Estados Unidos) nos presenta ahora un drama coral y circular que tiene de nuevo a Gosling como eje central de una historia de esas que antes se llamaban río, que recorre varios años y un par de generaciones. Se trata en esta ocasión de ilustrar las consecuencias que nuestros actos pueden tener en las vidas de los demás. Gosling es un motorista rebelde e independiente cuyo comportamiento, unas veces meditado y otras improvisado, incide en otros personajes y sus no siempre controladas vidas. Salvando las distancias, es como el reverso de cuando a James Stewart el ángel le enseña en ¡Qué bello es vivir! cómo hubiera sido la vida de sus seres queridos si él no hubiera existido; allí su influencia había sido fundamental para dar felicidad y sentido a la vida de los demás, aquí ha funcionado para generar tragedia. Dividida en tres, asistimos a las andanzas y desventuras del personaje para después centrarnos en la vida de un policía incorporado por Bradley Cooper, en un registro diferente al que le hemos visto en comedias gamberras, dramas o tragicomedias de éxito. En esta ocasión mantiene una interpretación reflexiva y muy contenida para dar vida a un personaje ambicioso que sobrelleva una herida en su conciencia. Y en la tercera parte será la nueva generación la que irá tejiendo un desenlace previsible y en cierto modo forzado, que cierra un metraje excesivo, con momentos brillantes y una sensación general de producto bien acabado y mimado, pero sin la trascendencia que se supone en lo que representa un liberador ajuste de cuentas con la moral y la conciencia. Un reparto atractivo y solvente y un aire místico potenciado por una cuidada fotografía y una inquietante banda sonora contribuyen a que el viaje a ese lugar más allá de los pinos (título original y mucho más significativo que el más vulgar que le han colgado en nuestro país) donde lavamos nuestras conciencias resulte una experiencia casi onírica.
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