USA 2012 108 min.
Dirección Stuart Blumberg Guión Stuart Blumberg y Matt Winston Fotografía Yaron Orbach Música Christopher Lennertz Intérpretes Mark Ruffalo, Tim Robbins, Gwyneth Paltrow, Josh Gad, Joely Richardson, Alecia “Pink” Moore, Carol Kane, Emily Meade, Isiah Whitlock Jr. Estreno en España 30 mayo 2014
Sea en su vertiente abiertamente gamberra y presuntamente transgresora, o sencillamente siguiendo los derroteros del género tal como se ha cultivado clásicamente, la comedia americana sigue en caída picada. No nos andaremos con rodeos y diremos que esta tontería de film sigue el modelo de comedia generacional con vocación final hacia el melodrama, juntando varios personajes de mediana edad y clase social acomodada, que es la que parece suele identificarse mejor con el espectador medio de estos engendros, para reflexionar con escasa lucidez sobre sus problemas e inquietudes, siempre bajo un prisma absolutamente generacional. La adicción al sexo sigue despertando incomodidad en ciertos sectores de la sociedad, parece ser porque genera distracción laboral y marginación afectiva; no más que cualquier otra actividad que no se controle y se convierta en una obsesión. Lo malo es cuando se le atribuyen perturbaciones de carácter moral, ético o religioso, porque es entonces cuando la terapia y el remedio se convierten en elementos castradores. Lástima que ni ésta ni ninguna otra reflexión se hace en esta película en la que lo que más llama la atención es que el grado de gesticulación de sus protagonistas es directamente proporcional a la cantidad de tonterías que contiene su guión; hablan como auténticos pijos con la cabeza hueca, y eso que su director obtuvo una nominación al Oscar por el guión de Los chicos están bien de Lisa Cholodenko. Lo cierto es que ni su atractivo reparto ni la siempre estimulante Manhattan consiguen atraer mínimamente en lo que no es sino una amalgama de estupideces y complejos sin chispa ni interés. Y no hablemos de la horrorosa e inconveniente traducción del título al castellano, aún más pacata que la terapia contagiada de religión que siguen los anodinos, como la trama, personajes de la función.
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