jueves, 24 de julio de 2014

TOTEM ENSEMBLE CONVIRTIÓ LOS JARDINES DEL ALCÁZAR EN UN SALÓN CON FAROLILLOS

XV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Totem Ensemble: Vladimir Dmitrenco y Luis Miguel Díaz, violines. Jerome Ireland, viola. Nonna Natsvlishvili, cello. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: Aires de España (obras de Albéniz, Chueca, Granados, Sarasate, Iradier, Granados y Tárrega). Miércoles 23 de julio de 2014

Díaz, Natsvlishvili, Dmitrenco, Lobo e Ireland
Con Vladimir Dmitrenco como líder cabe siempre esperar un programa amable y distendido, no tan comprometido musical como emocionalmente, y Totem Ensemble tiene al violinista de la ROSS al frente. Él y otros cuatro componentes históricos de nuestra Sinfónica recrearon esos entrañables conjuntos camerísticos de finales del XIX y principios del XX que tocaban en salones de té mientras la clientela alternaba, o en cubiertas de barco intentando tranquilizar al pasaje víctima del pánico que provoca un naufragio. Con arreglos propios, Totem Ensemble desgranó un buen número de piezas españolas de la época, en su mayoría compuestas para piano, en un estilo inconfundiblemente salonístico.

Miguel Llobet transcribió muchas obras de Albéniz para guitarra, como el Tango de la Suite España op.165 o Córdoba, piezas románticas y hermosas de las que la primera se ofreció una versión no demasiado en estilo pero sin duda elegante y bien paladeada. Mucho más lírica, haciendo honor a su ternura, fue la versión ofrecida de Córdoba, una caricia para nuestros oídos en la que el violinista lució espléndidas habilidades. En realidad el peso del programa lo llevó él, pero sin el acompañamiento elegante y equilibrado del conjunto el resultado no hubiera sido tan satisfactorio, como evidenció una espléndidamente articulada versión de Asturias. Quizás faltó más sensualidad en la Canción árabe de Granados, cuyo Intermezzo de Goyescas sí gozó del rigor y la maleabilidad deseables. Definitivamente Dmitrenco se exhibió a gusto en la Romanza andaluza de Sarasate, dominando giros y registros. Sin el trémolo de la guitarra los Recuerdos de la Alhambra de Tárrega quedaron algo insulsos, aunque la admiración por su calidad melódica salvó la empresa.

Más convencional fue La paloma de Iradier, quizás la pieza musical que conoce más versiones del mundo. Y decididamente alegres, ágiles y briosas resultaron las dos obras elegidas de Chueca, el Preludio de la zarzuela El bateo y la marcha Cádiz que pone fin al primer acto de la zarzuela homónima basada en uno de los Episodios Nacionales de Galdós. El final lo rubricaron dos propinas muy propias de Dmitrenco, dos standards, Can't Keep My Eyes Off You y una preciosa versión de Mediterráneo de Serrat con la que brindó otra emocionante muestra de agradecimiento al país que lo ha acogido.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 25 de julio de 2014

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