Dirección Stephen Frears Guion Steve Coogan y Jeff Pope Fotografía Zac Nicholson Música Alexandre Desplat Intérpretes Sally Hawkins, Steve Coogan, Harry Lloyd, James Fleet, Mark Addy, Alasdair Hankinson, Sharon Osdin, Lee Ingleby, Benjamin Scanlan, Adam Robb, John Paul Hurley Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2022; en Reino Unido 7 octubre 2022; en España 5 mayo 2023
Ni haberse estrenado coincidiendo con una fecha tan monárquica como la coronación de Carlos III, ni tratarse de una de esas comedias amables que tan bien filma el veterano Stephen Frears, parece haber sido suficiente para facilitar a esta película la distribución que merece. Entre tanta nadería, algo así de elegante y bien urdido, que cuenta una bonita historia de superación y determinación y de paso sugiere una serie de cuestiones que son de vital importancia y están tan de actualidad, como la memoria histórica o la manipulación mediática, debería contar con una mejor suerte a la hora de su promoción y divulgación. Claro que ni siquiera en su país de origen tuvo el estreno que merecía, apenas limitado hace ya medio año. Y es que quizás para la monarquía británica esta película que especula sobre si la leyenda cernida sobre Ricardo III a raíz de su posible condición de usurpador de la corona, corroborada siglo y medio después por la obra de Shakespeare, es cierta o no, puede resultar muy incómoda teniendo en cuenta que su suerte propició la llegada de los Tudor al poder del país.
La gesta de Philippa Jayne Langley, que en 2012 y casi como una estrategia para superar sus frustraciones laborales y, en menor medida, familiares, decidió encontrar los restos del monarca que atestiguaran en la medida de lo posible la falsedad de los datos que desde siempre arruinaron su reputación. Algo así como proceder a la exhumación de cadáveres para recuperar el honor y al dignidad que merecen, y de paso deslegitimar a quienes desde antaño controlaron y custodiaron la historia oficial en favor de sus intereses. Se viene haciendo desde siempre, pero de vez en cuando hay una voz que con su empeño y dedicación decide que la historia se puede reescribir y, en la medida de lo posible, reparar.
Para que todo esto resulte atractivo y emocionante hace falta una buena dirección y el trabajo solvente y convencido de una protagonista a la altura, y ambas condiciones se cumplen en el realizador de Las amistades peligrosas, La reina y Philomena, así como en la actriz Sally Hawkins, que compone un trabajo comedido y exquisito para lograr nuestra identificación con su particular gesta. En el vértice de estos talentos se encuentra el televisivo Steve Coogan, cuyo empeño personal le ha llevado a escribir el guion y producirlo, firmando junto a Frears otro estupendo documento, aunque quizás no tan entrañable como aquella Philomena a quien puso una tierna mirada Judi Dench. El compositor Alexandre Desplat tiene el mérito de potenciar con su magistral música casi todos los trabajos en los que interviene, y éste no es una excepción. No se trata del mismo Ricardo III al que buscó Al Pacino en su documental de 1996, donde elucubraba sobre la adaptación a la actualidad de los temas que apuntaba Shakespeare; Frears, Coogan y Langley denuncian el mal que hace al futuro las manipulaciones de un poder en malas manos.
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