Guion y dirección Pedro Almodóvar Fotografía José Luis Alcaine Música Alberto Iglesias Intérpretes Ethan Hawke, Pedro Pascal, Pedro Casablanc, Jason Fernández, José Condessa, George Steane, Manu Ríos, Sara Sálamo Estreno en el Festival de Cannes 17 mayo 2023; en España 26 mayo 2023
Hay varias explicaciones que pueden hacernos comprender por qué Almodóvar se ha enfrascado en un western. La más evidente es el negocio que sin duda le habrá reportado aceptar este encargo de la firma Saint-Laurent, que justifica entre otras cosas un colorido vestuario en el que destaca la improbable chaqueta que luce Pedro Pascal. Otra podría ser la posibilidad que brinda al director manchego de practicar un poco más con el inglés, ahora que todos anuncian que se enfrenta a su primer rodaje de un largometraje en el idioma hollywoodiense. Y hay incluso quien apunta a que se trata de un ajuste de cuentas con la industria que en su día malogró que se encargara de la dirección de Brokeback Mountain.
Lo cierto es que el segundo corto comercial de Almodóvar en inglés, tras La voz humana, llega un poco con retraso, cuando su capacidad de provocación e innovación queda algo en entredicho, casi veinte años después de que Ang Lee dinamizara estereotipos relacionando románticamente a dos tipos supuestamente duros y entregados a las labores del típico cowboy, aunque en aquella ocasión se tratara de una época relativamente contemporánea. Extraña forma de vida, que toma su nombre de una canción de Amalia Rodrigues que en la película entona Caetano Veloso en la piel de Manu Ríos, como otra extravagancia más de una cinta que a pesar de su corta duración acumula varias, se entiende así como un ejercicio puro de estilo, un western estilizado que mira más a la pulcritud y el estereotipo del género en el Hollywood de antaño que al más sucio y presuntamente realista de Leone y compañía.
En ese contexto en el que cabe adivinar influencias de King Vidor (Duelo al sol) y Nicholas Ray (Johnny Guitar incluso en el cartel publicitario), Almodóvar firma su trabajo más extravagante y caprichoso, con el talento y el acierto de concitar en apenas media hora una acertada narrativa, un excelente trabajo de actores y una depuradas líneas de guion que cantan al amor y el compañerismo, no importa el sexo y la condición, afectados por la fatalidad y los compromisos sentimentales. También la fotografía de Alcaine y la siempre excelente partitura de Iglesias parecen mirar a ese western nada crepuscular, clásico y estilizado del cine clásico americano, en el que quizás sea uno de los trabajos de admiración y pasión por el cine más evidentes en toda la carrera del celebrado cineasta.
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