Dirección Alejandro Marín Guion Carmen Garrido Vacas y Alejandro Marín Fotografía Andreu Ortoll Música Nico Casal Intérpretes Ana Wagener, Omar Banana, Alba Flores, Jesús Carroza, Lola Buzón, Álex de la Croix, Carmen Orellana, La Dani, Mari Paz Sayago, Pepa Gracia, Manuel Morón Estreno 6 julio 2023
Con su primer largometraje tras la serie de televisión Maricón perdido y el especial también para la televisión Una Navidad con Samantha Hudson, el realizador malagueño Alejandro Marín se postula como una de las grandes sorpresas del actual panorama, exhibiendo una sensibilidad y una profesionalidad extrema en esta película de recuerdo, reivindicación y educación sobre lo que nunca debería repetirse y tanto sentimos el peligro de hacerlo. Ahora más que nunca manifestaciones como ésta son imprescindibles. Somos conscientes de que al rodarla no imaginábamos que el peligro acechante de la extrema derecha, y la derecha en general que en este país no duda en pactar con el diablo sin escrúpulos ni sentimientos, sería tan latente. Se estrena sin embargo en el momento más oportuno, sólo lacrado por el hecho de que en este país está demostrado que hay más público decidido a dejarse seducir por el siempre lo mismo, conservador y manipulador de Santiago Segura, que por productos como éste, por muy entretenido y agradecido que resulte su visionado.
La película narra hechos que sin ser reales bien pueden trasladarse a biografías y experiencias de gente que vivieron en primera persona la persecución sistemática, la humillación y la maldad imperante en un país bárbaro que aún no se había curado de las heridas del franquismo, y que por lo que podemos observar todavía no lo ha hecho. La historia siempre corre el peligro de repetirse, los Hitler se convierten en Putin, y quienes hemos conquistado derechos podemos de la noche a la mañana perderlos; así están las cosas en este maldito planeta, donde un puñado importante de países todavía condena la elección libre del amor, en algunos incluso con penas de muerte. Somos muchos los que nos encontramos el campo normalizado gracias a la lucha, el dolor y el sacrificio de quienes nos precedieron, y no tuvimos especial dificultad en exhibir nuestra condición y orientación sexual, algunos incluso sellando con el matrimonio nuestra relación de amor, gracias a políticas progresistas de izquierda, que la derecha lo único que hace es aprovecharlas después, sin participar jamás en su generación. Pero ahora es peor, se amenaza con no aprovecharlas y directamente derogarlas, acabar con nuestro derecho a vivir en paz y amor, sin hacer daño a nadie y logrando así ser más felices y que lo sean quienes nos rodean, que debería ser en última instancia el único objetivo de nuestro nefasto y breve paso por un planeta al que cada vez despreciamos y vilipendiamos más, y aquí entran también las políticas anti medioambientales que propugnan los salvadores de la patria.
Te estoy amando locamente es un film de amor y de denuncia. Del amor que se respira cuando la gente se agrupa, se colectiviza y lucha por sus derechos y los del prójimo, colaborando, amándose y respetándose. Y del que siente una madre por su hijo, aún confundida y equivocada por una sociedad que le condiciona y oprime hasta el punto de hacerle pasar un calvario al hijo que tanto ama. Un amor que hace, con la habilidad del director y su extraordinario elenco interpretativo, que los episodios narrados en esta bellísima película se sucedan con naturalidad, que el progreso mental de su protagonista resulte sincero y que la narración fluya con sentido del espectáculo y del entretenimiento sin sacrificar ni un ápice su cometido principal, que es mantener intactas nuestras conciencias y hacernos pensar que no podemos dar ni un solo paso atrás y sólo nos queda seguir luchando y logrando un mundo mejor y más diverso y rico.
Para que todo esto surta efecto, Marín se ha rodeado de un equipo estupendo, empezando por unos actores y actrices a los que dirige con el mismo amor que transmite la película, destacando la siempre espléndida Ana Wagener y el no binario La Dani, auténtico descubrimiento de la película. Contribuyen a obrar el milagro una estupenda dirección artística, precisa en la ambientación sevillana, cuna importante junto a Barcelona de aquel primer orgullo, y en la caracterización de sus personajes, además de una cuidada banda sonora en la que se combinan sin chirriar temas de Las Grecas, Harold Melvin & The Blue Notes o el original de Rigoberta Bandini Yo sólo quiero amor. El resultado de todo este cúmulo de emociones es una película triste y melancólica, a la vez que vitalista y llena de energía, que ni imita nada ni a nadie ni pretende ni ambiciona nada más que entretener mientras desliza verdades inexpugnables… y no hace falta ser del colectivo para disfrutarla.
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