Ariadne auf Naxos. Música de Richard Strauss. Libreto de Hugo von Hofmannsthal. Guillermo García Calvo, dirección musical. Joan Anton Rechi, dirección escénica. Gabriel Insignares, escenografía. Sandra Münchow, vestuario. Alberto Rodríguez Vera, iluminación. Pia-Rabea Vornholt, dramaturgia. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Con Lianna Haroutounian, Gustavo López-Manzitti, Elena Sancho, Cecelia Hall, Carlos Daza, Emmanuel Faraldo, Daniel Noyola, Juan Antonio Sanabria, Sonia de Munck, Anna-Doris Capitelli, Ruth Rosique, José Antonio López, Vicenç Esteve, Andrés Merino, Michael Witte, Javier Povedano y Juan Ramos. Producción del Teatro de la Maestranza originaria del Theater Regensburg. Teatro de la Maestranza, sábado 14 de diciembre de 2024
Lo
que quedó de aquel magno proyecto en el que una representación de El burgués gentilhombre, con música
incidental de Richard Strauss reconvertida en suite orquestal, debía preceder al
drama lírico mitológico, fue este prólogo
y ópera en el que se debate sobre el arte como medio de subsistir y
aspiración trascendental. Pero algo subyace de esa comedia de Moliére en la lucha de clases y pretensiones de ascenso
que representan la esnob compañía operística y la troupe de comediantes que
protagonizan un insólito espectáculo
músico teatral en el que ambas corrientes se solapan por capricho de un
anfitrión excéntrico e impaciente.
Un
prólogo discutible
El
prólogo se resuelve a fuerza de puertas que se abren y cierran de manera
abusiva, y largos
esperpentos como el que protagoniza una cremallera de pantalón
masculino enganchada a la falda de Zerbinetta, transmutada en artista española.
A algunos nos parece reconocer entonces en el grotesco mayordomo, el hilarante actor
alemán Michael Witte, influencias de Mel Brooks y los infames espectáculos de
Max Bialystock, si bien Rechi opta por que el
resultado se parezca lo más posible a esas teleseries españolas donde todos
y todas se llevan tan mal.
Sin
embargo apreciamos la excelente actuación, en lo teatral y lo canoro, caracterización
incluida, de la mezzosoprano
estadounidense Cecelia Hall, generosa en recursos y en proyección, que
encarna al frustrado compositor, aunque no aprobamos que el director de escena
le obligue a mantenerse en el escenario durante parte del intermedio gesticulando
frente al público en desaprobación por
el desatino que va a sufrir su partitura.
Una
ópera bien conjugada
Unos
paneles con motivos marítimos en relieve sirve de escenografía aplicada a la
suntuosa mansión en la que se representa este metateatro. Recrea de forma sencilla la isla de Naxos, donde las
ninfas prestadas del Anillo wagneriano pero ataviadas como sus valkirias,
presentan a la desdichada Ariadne haciendo acopio
de payasadas, algunas muy divertidas, y exhibiendo voces perfectamente
compenetradas y entonadas. Nuestra querida Ruth
Rosique, que todo lo hace bien, incluido la payasa, se encuentra entre
ellas.
Por
su parte, Elena Sancho compone una
más que solvente Zerbinetta, quizás baja de volumen pero excelente en ornamentaciones, luciendo excelsa en su gran número
belcantista, y desplegando toda su gracia y su encanto en sus intervenciones
junto a la heroína. También en su seducción al compositor, quien encandilado por
sus argumentos, acaba convirtiéndose en el gran protagonista.
Al
final, tras un imponente dúo entre Baco, otro personaje que parece extraído de Los productores, y Ariadne, en el que el
tenor argentino Gustavo López Manzitti
demuestra su fuerza expresiva y su atronador
estilo wagneriano, la emoción y el triunfo del amor y del arte llega en
forma de gran oda al compositor.
Éste acabará siendo el depositario, y no la protagonista, del célebre “Antes
morirán las estrellas que tú en mis brazos”, a falta de ese recurrente “¡Autor! ¡Autor!” que le sirve de
reconocimiento.
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