Concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Jaime Naya, violín. Carla Román, piano; Irene Gómez-Calado, dirección. Programa: Concierto para violín en mi menor Op. 64, de Mendelssohn; Concierto nº 2 para piano en fa menor Op. 21, de Chopin. Teatro de la Maestranza; miércoles 11 de diciembre de 2024
Ya son varios los años que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla lleva celebrando su concierto en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla, con resultados generalmente tan satisfactorios como los que anoche pudimos disfrutar de la mano de los jóvenes Jaime Naya y Carla Román, bajo la batuta de la sevillana Irene Gómez-Calado, reciente su participación como directora de la Banda de la Oliva de Salteras en el extraordinario concierto de la Ruta Turina que se celebró hace un par de semanas en la Iglesia del Salvador.
En
los atriles dos páginas muy queridas y
transitadas del repertorio concertante, el Concierto para violín de Mendelssohn y el Segundo para piano de Chopin. Tanto los jóvenes solistas como su
atribulada directora llegaron con los deberes muy bien hechos y un bagaje en premios y experiencias
bastante nutrido pese a sus edades.
Fantasía
y sobriedad
El
madrileño Jaime Naya, que en breve
actuará también en el ciclo Alternativas de Cámara que organiza igualmente
Juventudes Musicales en la sala Manuel García del Maestranza, resolvió el
famoso concierto mendelssohniano con mano maestra, dejando claro ese equilibrio entre el clasicismo y el
romanticismo que transpira la obra. Hizo alarde de un dominio técnico
absoluto, con un timbre homogéneo y
dulcificado, logrando imprimir a la partitura en todo momento la magia y la fantasía que exige, con
virtuosismo pero sin atisbo de arrogancia por conseguirlo.
Su
estilo estuvo marcado por la sobriedad,
en diálogo perfecto con la orquesta, que salvo en algún momento de extrema
efusividad, fue dirigida por Gómez-Calado con atención al detalle y mimo hacia
el solista. Naya pasó con fluidez y naturalidad del brillante allegro inicial, con cadencias ornamentadas con suma agilidad,
al ensoñador andante, quizás lo más
flojo de su rendimiento, algo falto del vuelo lírico que demanda. Sensacional
fue en todo momento su dominio de las
dobles cuerdas.
La
colaboración con la orquesta registró sus mejores resultados en el ágil y
rítmico allegretto final, donde el violinista aunó fuerza con fantasía,
siempre bajo un control absoluto y exhibiendo un indiscutible virtuosismo. Como
propina tocó el oscarizado tema
principal de la película El violín rojo,
del reconocido compositor estadounidense John Corigliano, donde pasa de una
exposición pausada del tema a unas
variaciones complejas y laberínticas resueltas con decisión y sin
complejos.
La
primera de la clase
Esa
fue la impresión que nos dejó la pianista gaditana de tan sólo dieciséis años Carla Román, muy responsable,
trabajadora y comprometida. Y así logró hacerse con el precioso Concierto nº 2 de Chopin, procurando
sortear amaneramientos e hipersensibilidades para ofrecer música en estado puro, fluyendo con confianza y seguridad, siempre
bajo la atenta mirada de Gómez-Calado y el suntuoso ropaje de la orquesta,
donde también van asomando nuevos y jóvenes rostros, como el del recién
estrenado timbalero de plantilla.
Volvió
a convencer con un enérgico y bien
ritmado allegro final, en vivaz y
mágico ascenso hasta alcanzar los alegres acordes finales que merecieron el
aplauso unánime del público, entregado a las excelencias de las dos invitadas y
el invitado. Román eligió a Gershwin como propina, con una versión de tintes
impresionistas responsabilidad de Earl Wild del célebre Embraceable You, arpegiado
hasta límites inconcebibles.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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