jueves, 12 de diciembre de 2024

JUVENTUDES Y SINFÓNICA EN PERFECTA SINTONÍA

Concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Jaime Naya, violín. Carla Román, piano; Irene Gómez-Calado, dirección. Programa: Concierto para violín en mi menor Op. 64, de Mendelssohn; Concierto nº 2 para piano en fa menor Op. 21, de Chopin. Teatro de la Maestranza; miércoles 11 de diciembre de 2024


Ya son varios los años que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla lleva celebrando su concierto en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla, con resultados generalmente tan satisfactorios como los que anoche pudimos disfrutar de la mano de los jóvenes Jaime Naya y Carla Román, bajo la batuta de la sevillana Irene Gómez-Calado, reciente su participación como directora de la Banda de la Oliva de Salteras en el extraordinario concierto de la Ruta Turina que se celebró hace un par de semanas en la Iglesia del Salvador.

En los atriles dos páginas muy queridas y transitadas del repertorio concertante, el Concierto para violín de Mendelssohn y el Segundo para piano de Chopin. Tanto los jóvenes solistas como su atribulada directora llegaron con los deberes muy bien hechos y un bagaje en premios y experiencias bastante nutrido pese a sus edades.

Fantasía y sobriedad

El madrileño Jaime Naya, que en breve actuará también en el ciclo Alternativas de Cámara que organiza igualmente Juventudes Musicales en la sala Manuel García del Maestranza, resolvió el famoso concierto mendelssohniano con mano maestra, dejando claro ese equilibrio entre el clasicismo y el romanticismo que transpira la obra. Hizo alarde de un dominio técnico absoluto, con un timbre homogéneo y dulcificado, logrando imprimir a la partitura en todo momento la magia y la fantasía que exige, con virtuosismo pero sin atisbo de arrogancia por conseguirlo.

Su estilo estuvo marcado por la sobriedad, en diálogo perfecto con la orquesta, que salvo en algún momento de extrema efusividad, fue dirigida por Gómez-Calado con atención al detalle y mimo hacia el solista. Naya pasó con fluidez y naturalidad del brillante allegro inicial, con cadencias ornamentadas con suma agilidad, al ensoñador andante, quizás lo más flojo de su rendimiento, algo falto del vuelo lírico que demanda. Sensacional fue en todo momento su dominio de las dobles cuerdas.

La colaboración con la orquesta registró sus mejores resultados en el ágil y rítmico allegretto final, donde el violinista aunó fuerza con fantasía, siempre bajo un control absoluto y exhibiendo un indiscutible virtuosismo. Como propina  tocó el oscarizado tema principal de la película El violín rojo, del reconocido compositor estadounidense John Corigliano, donde pasa de una exposición pausada del tema a unas variaciones complejas y laberínticas resueltas con decisión y sin complejos.

La primera de la clase

Esa fue la impresión que nos dejó la pianista gaditana de tan sólo dieciséis años Carla Román, muy responsable, trabajadora y comprometida. Y así logró hacerse con el precioso Concierto nº 2 de Chopin, procurando sortear amaneramientos e hipersensibilidades para ofrecer música en estado puro, fluyendo con confianza y seguridad, siempre bajo la atenta mirada de Gómez-Calado y el suntuoso ropaje de la orquesta, donde también van asomando nuevos y jóvenes rostros, como el del recién estrenado timbalero de plantilla.


Román logró extraer del instrumento un sonido hermoso, al que unió su ágil virtuosismo. La joven pianista hizo hincapié en los tintes dramáticos de la pieza, mostrándose ardiente en el maestoso inicial, después sentimental, con acertadas ornamentaciones y siempre con un marcado impulso virtuoso. Como su compañero, nos convenció un poco menos en el larghetto, donde en su afán por no resultar remilgada, se dejó por el camino un mayor vuelo lírico.

Volvió a convencer con un enérgico y bien ritmado allegro final, en vivaz y mágico ascenso hasta alcanzar los alegres acordes finales que merecieron el aplauso unánime del público, entregado a las excelencias de las dos invitadas y el invitado. Román eligió a Gershwin como propina, con una versión de tintes impresionistas responsabilidad de Earl Wild del célebre Embraceable You, arpegiado hasta límites inconcebibles.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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