lunes, 30 de diciembre de 2024

LA CONSAGRACIÓN FRENTE A LA ESPERANZA

Concierto de la Orquesta de la Fundación Barenboim-Saïd. Michael Barenboim, violín. Oksana Lyniv, dirección. Programa: Obertura El Rey Lear Op. 4, de Berlioz; Concierto para violín en mi menor Op. 64, de Mendelssohn; Sinfonía nº 1 en do menor Op. 68, de Brahms. Teatro de la Maestranza; domingo 29 de diciembre de 2024


Como cada temporada, la Orquesta de la Fundación Barenboim-Saïd ofreció su concierto sinfónico en el Maestranza, esta vez coincidiendo prácticamente con el fin de año. A falta del concierto de Año Nuevo que la Sinfónica de España celebra esta noche, sin duda el de este conjunto de jóvenes intérpretes constituye la auténtica despedida del año en términos musicales, contando para la ocasión con dos figuras de relieve, la directora ucraniana Oksana Lyniv y el violinista Michael Barenboim.

Barenboim es ya un conocido de nuestra escena, donde ha intervenido en diversas ocasiones como concertino de la Orquesta del Diván, cuando ésta acostumbraba a incluir Sevilla en sus giras de conciertos. Haberlo disfrutado esta vez como solista frente a una plantilla que para nuestro orgullo se forma y educa aquí, con un profesorado cuidadosamente seleccionado para este menester, ha sido un auténtico lujo.

Así mismo, la batuta elegida para la ocasión ha supuesto un deleite y una satisfacción para el público congregado. Oksana Lyniv viene consagrada tras los enormes logros obtenidos en gran parte de Europa, incluida la gesta de ser la primera mujer en dirigir en el Festival de Bayreuth, al menos durante las dos últimas ediciones encargándose de la dirección musical de El holandés errante. Su trabajo frente a la Orquesta de la Fundación se saldó con nota muy alta, todo un estímulo para tan joven plantilla. Con ella, nuestro teatro, aupado por la ROSS, ha conseguido quizás el récord de batutas femeninas en una sola temporada.

Con una de las muchas oberturas que compuso Berlioz, la de El Rey Lear, en forma de suite programática, dio comienzo este singular concierto. Estrenada en París en 1833, esta suntuosa pieza en forma de poema sinfónico de mediana duración, sirvió para alternar pasajes delicados con otros de considerable calado emocional y enérgica caligrafía.


En los atriles asomó también el célebre Concierto para violín de Mendelssohn, poco después de haberlo hecho en el concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla celebrado en colaboración con Juventudes Musicales, que le brindó a otro joven intérprete, Jaime Naya, la oportunidad de lucir sus habilidades y poderosas aptitudes. En esta ocasión, el hijo de Barenboim demostró una perfecta combinación de tono y técnica, una portentosa capacidad para un fraseo firme, un sonido robusto y a la vez amable, timbre sedoso, y por supuesto una incontestable habilidad para lucir virtuosismo a discreción.

Un Brahms dramático e intenso

Lyniv articuló una Primera de Brahms decididamente dramática desde sus poderosísimos acordes de arranque, y aunque marcó tanto la intensidad de sus frases, de forma que evidenció a veces de forma brusca la transición de los pasajes más enérgicos y contundentes a los más relajados y sensibles, logró resultados más que estimables de una plantilla que a buen seguro preparó la página a conciencia, con el mérito añadido de alternarlo con fiestas familiares y comidas copiosas.

Una sensibilidad dramática y enérgica que no sólo se diluye significativamente en los pasajes delicados que también emergen en el allegro inicial, sino que protagonizan un andante a nuestro juicio despachado con excesiva celeridad, sin reparar en su enorme calado sentimental. No obstante, la concertino exhibió en este movimiento un solo sensacional, por su textura y flexibilidad, que fue seguido del exquisito poco allegretto, planteado con gracia y adecuada ligereza, una de las páginas que conformaron mi particular querencia por la gran música cuando era muy niño.

Sólo los metales, imprescindibles para potenciar el carácter crepuscular del último movimiento, evidenciaron algún escollo técnico, pero sinceramente de escasa importancia dada su dificultad, mientras el resto de familias orquestales, incluida una muy equilibrada percusión, funcionaron a nivel de máxima nota, lográndose un excelente concierto que terminó con un notable aumento de efectivos para dar forma al recurrente pasodoble Amparito Roca, prueba evidente de que nuestras orquestas juveniles están conectadas íntimamente.

Fotos: Fundación Barenboim-Saïd
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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