Dirección Peter Berg Guión Erich y Jon Hoeber Fotografía Tobias A. Schliessler
Música Steve Jablonsky Intérpretes Taylor Kitsch, Brooklyn Decker, Alexander Skarsgard, Rihanna, Liam Neeson, Jesse Piemons, Todanobu Asano, Hamish Linklater, Gregory D. Gadson, John Tui Estreno en España 13 abril 2012
Pasada la resaca de los Oscar y habida cuenta de que cada vez más Sevilla se ha convertido en una plaza sistemáticamente despreciada por distribuidores y exhibidores para estrenar cine interesante y mínimamente atractivo, la atención desgraciadamente se desvía hacia productos de tan ínfima calidad como éste, quizás motivados por unos efectos visuales que en muchos casos suelen convertirse en pretexto o incluso consuelo para perder tan miserablemente el tiempo. Eso es todo lo que se puede extraer de este engendro supuestamente basado en el juego de mesa Hundir la flota de Hasbro, si bien cuesta creer que se trate de algo más que mera inspiración, pues cualquier juego sea o no de mesa obliga a un mayor ingenio y ejercicio intelectivo que el que exige este montón de escombros lanzados al mar que convierte en obras maestras las películas de Michael Bay. Ni siquiera sirve como loa al ejército americano, si tenemos en cuenta el espantosamente ridículo guión que conduce su escuálida trama, una batalla naval entre la marina norteamericana, ayudada por algunos japoneses cerca de Peral Harbor (quién sabe cuál era la intención de los hermanos Hoeber con este detalle), y unos invasores alienígenas a bordo de unos aparatosos monstruos metálicos al más puro estilo Transformers. Ni el reparto ni la resolución visual generan interés alguno, todo bajo la inexistente batuta de Peter Berg, un señor que empezó bien como actor (La última seducción, junto a Linda Florentino, a principios de los 90) y como director (Very Bad Things, una especie de precedente de Resacón en Las Vegas más trágico y sangriento) y luego fue cayendo en picado hasta hundirse definitivamente con este montón de chatarra que aún espera estreno en Estados Unidos; vamos, que nos han utilizado como conejillos de indias.
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