Francia-España 2012 100 min.
Dirección Benoît Jacquot Guión Benoît Jacquot y Gilles Taurand, según la novela de Chantal Thomas Fotografía Romain Winding Música Bruno Coulais Intérpretes
Léa Seydoux, Diane Kruger, Virginie Ledoyen, Xavier Beauvois, Noémie Lvovsky, Michel Robin, Julie-Marie Parmentier, Lolita Chammah, Vladimir Consigny
Estreno en España 4 de mayo de 2012
Por si no fueran bastantes las películas que han fijado su mirada en la mítica última reina de Francia, Maria Antonieta, el realizador de la muy estimable y enigmática Villa Amalia pretende ahora arrojar una nueva visión del personaje con una película tan impuesta en la forma como en su anodino contenido. Como si de un Arriba y abajo descafeinado se tratara, Jacquot adapta la novela de Chantal Thomas desdibujando los límites existentes entre la servidumbre y la aristocracia en un Versalles amenazado por la toma de la Bastilla, con el fin de definir la relación entre la regente y su lectora personal. Se supone que la segunda siente una atracción desmedida, entre la fascinación y la admiración, por su reina, a quien profesa una lealtad absoluta e incondicional; pero la nueva estrella gala Léa Seydoux sólo ofrece una interpretación plana y carente de emotividad, limitándose a adornar un palacio ya de por sí atestado de bellezas llenas de gracia y delicadeza, una especie de concurso de misses del Barroco. Diane Kruger pone más empeño en su difícil tarea de personificar a la reina en tan convulsos momentos. Pero no hay tensión ni emoción, las turbulencias de la revolución se reducen a un insustancial telón de fondo, mientras cada personaje se conforma con llevar las pesadas y muy lujosas vestiduras y recitar sus artificiales frases como robots. Sólo destacan algunos pasajes aislados, como el sensual encuentro entre Maria Antonieta y su presuntamente amada duquesa de Polignac (también bellísima Virginie Ledoyen) en público. Hay poco más en un conjunto que se revela rancio y enjuto de principio a fin y que no aprovecha la excelencia de la situación vivida en la Francia de finales del s. XVIII para enfrentar a las clases sociales y crear cierto paralelismo con los también convulsos tiempos que estamos viviendo en contemporaneidad.
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