Francia 2011 107 min.
Dirección Robert Guédiguian Guión Robert Guédiguian y Jean-Louis Milesi, inspirado en el poema “La gente pobre” de Victor Hugo Fotografía Pierre Millon Intérpretes Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Marilyne Canto, Grégoire Leprince-Rinquet, Anais Demoustier, Adrien Jolivet, Robinson Stévenin, Karole Rocher
Estreno en España 27 abril 2012
Muy alejado de la montaña de Tanzania y del clásico de Hemingway que fue adaptado al cine en 1952, Robert Guédiguian (Marius y Jeannette, Marie-Jo y sus dos amores), se inspira en un poema de Victor Hugo y en una canción de Pascal Danel para, sin salir de su habitual Marsella, tejer una realidad tangible y fácilmente identificable alrededor de la mala conciencia generada sobre una clase media en el marco de una crisis de valores tan grave como la económica que estamos padeciendo. Con una sencillez pasmosa Guédiguian vuelve a confiar en sus actores y actrices de siempre para desplegar una historia lo más parecida a un cuento contemporáneo, con su moraleja y sus buenos y malos, relativizados para entroncar con la tradición moderna, y de paso emocionarnos con una trama tan ingenua como efectiva, aunque para ello no tenga más remedio que forzar algunos sentimientos y comportamientos contradictorios. La tolerancia, los buenos modales y cierto regusto por lo entrañable se apoderan de un escenario en el que sin embargo emerge una evidente amargura, la que provoca años de herencia que hemos malgastado y que finalmente nos está siendo expropiada, la que nos dejaron nuestros antepasados como consecuencia del derroche de lucha, sudor y sangre que desplegaron para lograr los derechos que hoy poco a poco nos van siendo arrebatados. Un film precioso y entrañable, justamente reconocido en Valladolid con la Espiga de Plata y el Premio del Público, que encierra sin embargo un enorme pozo de amargura y pesimismo. En su banda sonora destacan, además del tema de Pascal Danel aludido y que da título al film, la versión de Joe Cocker de Many Rivers to Cross, así como los clásicos Pavana para una infanta difunta de Ravel y el Kyrie de la Misa en do menor de Mozart.
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