Canadá 2011 94 min.
Guión y dirección Philippe Falardeau, según la obra de Evelyne de la Cheneliére Fotografía Ronald Plante Música Martin Léon Intérpretes Mohamed Fellag,
Sophie Nélisse, Émilien Néron, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Vincent Millard
Estreno en España 18 de mayo de 2012
En los últimos años las películas ambientadas en aulas han conseguido un amplio reconocimiento de crítica y un generoso respaldo del público. Esta interesante propuesta canadiense se suma a otras cintas como Hoy empieza todo de Tavernier o La clase de Cantet, curiosamente ambas, como ésta, francófonas. Un tema muy delicado, el de la educación de los niños en época de anestesia emocional y en un momento de sus vidas en el que más necesitan una orientación sentimental y cultural, preparándose para comenzar a afrontar los problemas y responsabilidades de la vida adulta, es tratado por Falardeau con tanta discreción como contención. Basada en una obra de Evelyne de la Cheneliére, que afronta además en la película un pequeño pero muy significativo papel, el de madre de una de las niñas protagonistas, el realizador acomete la difícil tarea de plasmar en imágenes y diálogos la peripecia emocional de un profesor sustituto que se enfrenta a una situación traumática para toda una clase de niños y niñas carentes aún de los recursos necesarios para calibrar el drama que les ha tocado vivir. El hecho de que el profesor sea argelino da una visión especial a la propuesta; como si oriente mirase a occidente tratando de copiar sus formas sólo para darse cuenta de que éstas han cambiado y derivado a imposturas asépticas y deshumanizadas. Son los tiempos de lo políticamente correcto, que arrastra todo lo que se le pone por delante impidiéndonos desarrollar nuestras capacidades afectivas y morales y convirtiéndonos en meros robots funcionales y sometidos a un eficaz manual de enfrentamiento a un mundo hostil, complejo e hiriente. El éxito consistirá en preparar a las futuras generaciones para afrontar todo eso sin implicación emocional; pero esta cinta intentará demostrar que otros caminos son posibles, que los métodos que hoy hemos abandonado nos pueden servir para crear una sociedad más humana y sentimental. Lazhar ha tenido que superar sus propios traumas y eso enriquece su trabajo con los niños, que Cheneliére y Falardeau plasman en una historia contada sin mucho dramatismo, sin grandes giros argumentales, dejando que vaya fluyendo con naturalidad y sin prisas, y confiando en sus personajes la implicación emocional perseguida. Los riesgos de la operación implican conseguir que el público se identifique con la fauna retratada y mantenga el interés sobre una narración que avanza lentamente, sin mucho argumento. Naturalmente sólo un realizador muy experimentado podría lograr con tales dosis de discreción esa implicación, que termina dependiendo en exceso de la predisposición del espectador, quizás en parte por el trazo grueso con el que están diseñados los niños, con planteamientos a menudo más próximos a una mentalidad adulta que ciertamente infantil. Con todo se trata de un producto estimable y reflexivo, sin duda conveniente para profesionales de la educación, que consiguió cosechar en Valladolid los premios de la Crítica Internacional y mejor guión, así como una nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
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