
La célebre página de Wagner sonó musculosa y conmovedora en manos de estos jovencísimos músicos, con una extraordinaria claridad y una muy cuidada exposición de los planos sonoros. Metales poderosos se mezclaron con una cuerda algo más rugosa y estridente de lo habitual, especialmente en el registro agudo, tónica que se mantendría durante todo el concierto aunque sin empañar unos resultados que volvieron a ser sobrecogedores. La obra de Pedrosa, autor de numerosas marchas procesionales y piezas corales, se articula en torno al canto llano y la liturgia cristiana bajo un manto neoclásico, comenzando de forma esquemática y fragmentaria para culminar con tutti casi místicos que la batuta siempre atenta e involucrada de Gª Rodríguez condujo con detalle y determinación.
Pero independientemente de lo mucho que nos emocionara la obertura inicial, lo más sensacional llegó de la mano de Brahms, en una interpretación que no fue técnicamente impoluta pero llegó a ser reveladora desde el punto de vista expresivo. Gª Rodríguez destacó en el Allegro inicial su carácter trágico y majestuoso, centrándose en el Andante en su vertiente más melancólica, mientras al famoso Allegretto optó por darle un aspecto más arrogante que doloroso, culminando en un final tan enérgico y agitado como sereno y misterioso según procediera. Las maderas, fundamentales para lograr ese sonido brahmsiano tan característico, estuvieron sensacionales, y las trompas no se quedaron atrás.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 8 de junio de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario