Dirección Richard Linklater Guión Richard Linklater y Skip Hollandsworth Fotografía Dick Pope Música Graham Reynolds Intérpretes Jack Black, Shirley MacLaine, Matthew McConaughey, Rick Dial, Gary Teague, Tommy G. Kendrick, Mona Lee Fultz, Wendy Crouse, Grant James, Juli Erickson Estreno en el Festival de Los Angeles 16 junio 2011; en Estados Unidos 27 abril 2012; en España 7 agosto 2015
En la irregular filmografía de Richard Linklater apenas hay lugar para la convención; sus películas buscan casi siempre un lenguaje nuevo y revolucionario, desde su trilogía sobre la pareja cada nueve años en Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer, a sus coqueteos con la animación rotoscópica en Waking Life y A Scanner Darkly, el falso documental en American Fast Food Nation y el drama generacional rodado a lo largo de doce años en Boyhood, su mayor éxito. Bernie es quizás su película técnicamente más perfecta, por cuanto no le sobra ni le falta ninguna secuencia, todas encajan a la perfección en una estructura minuciosamente preparada y perpetrada, al servicio de una crónica periodística, la que protagonizó Bernie Tiede, un empleado funerario en una pequeña y elitista localidad de Texas, Carthage, donde coincidió con una viuda millonaria a la que cortejó y acompañó con fines aparentemente generosos y altruistas. Un personaje que nos es familiar por la crónica sensacionalista, donde personajes como Sara Montiel, Marujita Díaz o la Duquesa de Alba han tenido acólitos parecidos. Afeminado, amante de los musicales y de las ancianas, educado y refinado, y en este caso tan amado por los habitantes de la localidad que a Linklater y el autor del artículo periodístico en el que se basa, les sirve para tejer un minucioso y afortunado retrato de las buenas y despreocupadas gentes del lugar, condensando con bondad no exenta de ironía el espíritu del americano medio. Un George Bailey benefactor de toda una comunidad, al que un ángel no podrá sacarle del apuro, pero al que la providencia guardará otro destino con el que saciar su hambre empedernida de filantropía. Los impagables testimonios de los vecinos del lugar, presuntamente los auténticos que vivieron los hechos en persona, se intercalan con una recreación en ficción de los acontecimientos en la que sobresale el excelente trabajo de Jack Black, que ya trabajó con Linklater en Escuela de rock y que por este complejo trabajo fue nominado al Globo de Oro al mejor actor de comedia, y de un Matthew McConaughey, de nuevo a las órdenes del realizador tras Los Newton Boys (1998) como lobo de la justicia tan desatado como desorientado, además de la presencia siempre estimulante de una ya anciana Shirley McLaine, que aún interpretando un personaje malvado no puede dejar de resultar encantadora, fundamental para la credibilidad del conjunto. Hasta los títulos finales son antológicos, generando una sensación última de ser una película tan atractiva, ácida y divertida como sorprendente y diferente. Lo que no se entiende es que haya tardado cuatro años en estrenarse entre nosotros, después de una distribución igualmente desafortunada en el resto del globo terráqueo, y además lo haya hecho casi de tapadillo.
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