USA 2020 154 min.
Dirección Spike Lee Guion Spike Lee y Kevin Willmott Fotografía Newton Thomas Sigel Música Terence Blanchard Intérpretes Delroy Lindo, Clarke Peters, Norm Lewis, Isiah Whitlock jr., Chadwick Boseman, Jonathan Majors, Melánie Thierry, Jasper Pääkkönen, Paul Walter Hauser, Jean Reno, Veronica Ngo, Johnny Nguyen, Lam Nguyen Estreno en España y Estados Unidos (internet) 12 junio 2020
Quién sabe si inspirado por Charada, lo cierto es que lo último de Spike Lee coincide en el mismo punto de partida, cinco excombatientes de una guerra cruenta, la Segunda Guerra Mundial en el caso del clásico de Stanley Donen, la de Vietnam en la que nos ocupa, uno de ellos difunto y un tesoro en forma de lingotes de oro. Allí eso desencadenaba una sofisticada intriga parisina (también hay franceses en la cinta de Lee) y aquí una presunta película de aventuras en la que el oro dispara los peores instintos humanos, ya de por sí menoscabados tras un trauma bélico sin precedentes. Algo así como que Delroy Lindo asume el papel protagónico de un Humphrey Bogart en El tesoro de Sierra Madre. Pero ésta no es ninguna obra maestra, ni siquiera lo parece. Mezclar lucha antirracista, de la que el director de Haz lo que debas es sin discusión todo un experto y comprometido activista, con un drama de aventuras y acción, parece convertir cualquier título en una obra importante, más con todo lo que está actualmente ocurriendo a lo largo y ancho del mundo tras los últimos atropellos policiales en Estados Unidos.
Spike Lee comienza su odisea con unas impactantes escenas documentales en las que entre otras cosas, discursos de Martin Luther King y Malcolm X incluidos, se recrean en color y acción atrocidades que solo conocíamos por fotografías en blanco y negro. La cinta se adorna con licencias estéticas variadas, como no variar el aspecto de sus protagonistas aunque retrocedamos cincuenta años atrás, o cambiar de formato cuando lo hacemos, lo que entre otras cosas nos hace recordar lo necesario que sigue haciendo ver películas en grandes pantallas cinematográficas para disfrutarlas en todo su esplendor siguiendo las intenciones de sus responsables. Pero a Lee se le va pronto la mano en su discurso; no acierta a definir de forma convincente a sus personajes, cuatro veteranos de guerra, a los que se suma el hijo de uno de ellos, que regresan a Vietnam cincuenta años después (demasiado tiempo) para buscar el cadáver del quinto, desaparecido en intrigantes circunstancias, y de paso recuperar el tesoro que encontraron y enterraron en su momento. Hechas las erráticas presentaciones, el film se lanza a una aún más errática aventura, demasiado arriesgada y compleja como para ser abordada por estos sujetos con achaques, mientras se cruzan con paramilitares del Vietcong, activistas humanitarios y minas antipersonas por doquier, en una sucesión de despropósitos y casualidades tan irritantes y poco convincentes como el disparatado proceso de desintegración moral al que es sometido el único votante de Trump de la formación.
Está claro, sobre todo viniendo de Spike Lee, que se trata de destacar el sacrificio de unos ciudadanos negros por un país que los maltrataba y sigue haciéndolo, aunque continúe enarbolando la bandera de la libertad con pleno convencimiento y orgullo extremo. Pero entre el desmesurado metraje, la falta de cohesión entre dramas personales y aventuras estrambóticas, y la pérdida evidente del norte en su escalada hacia un fresco histórico sobre el sufrimiento de la raza en tan incomprensible país, lo que debía ser apasionante deviene en meramente entretenido. La épica musical del jazzista Terence Banchard entregado a un sinfonismo sin complejos, convive con un puñado de buenas y bailables canciones de Marvin Gaye.
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