Dirección Kenneth Branagh Guion Conor McPherson y Hamish McColl, según el libro de Eoin Colfer Fotografía Haris Zambarloukos Música Patrick Doyle Intérpretes Ferdia Shaw, Josh Gad, Colin Farrell, Nonso Anozie, Lara McDonnell, Conor McNeil, Adrian Scarborough, Judi Dench, Tamara Smart, Nikesh Patel Estreno en España y Estados Unidos (internet) 12 junio 2020
Lo mejor que se puede decir de este engendro es que dura poco. Bueno, hay además por ahí alguna secuencia que raya lo brillante, y nos referimos a una boda congelada en una típica y pintoresca aldea italiana. Branagh, sin haber dado carpetazo definitivo a su etapa shakesperiana, que para eso está ahí El último acto, estrenada también en internet y que cuenta los últimos días de la vida del genial dramaturgo, ha abrazado definitivamente el cine engendrado por computadora. Ahí están para demostrarlo sus delirantes puestas en escena, plagadas de y ahogadas por la infografía, en películas como La flauta mágica, La cenicienta, Thor, el remake de Asesinato en el Orient Express y mucho nos tememos que también el de Muerte en el Nilo.
A partir de aquí lo que encontramos es la enésima revisión del superhéroe luchando contra las fuerzas del mal, supuestamente enfocado al público juvenil con protagonista adolescente, sin ofrecer nada más que otra vez lo mismo, inflado de efectos visuales con los que suplir la alarmante carencia de imaginación. Cruce entre Harry Potter y Marvel, el joven Artemis se revela de nuevo como el joven melancólico y traumatizado, pedante hasta aburrir y definido con una apabullante sosería. Y es una pena porque había posibilidades en este niño superinteligente y extremadamente cultivado, lo que podía erigirle en ejemplo y motivación para los de su edad.
Pero nada de eso le sirve cuando se enfrenta a una trama anodina y pueril en la que hadas, goblins y trolls tienen un enorme protagonismo en la estela de la tradición y la leyenda celta, lo que podría haber derivado también en un sentido homenaje a Irlanda, evocado pero malogrado como todo en esta insufrible y barroquísima cinta. Incluso Patrick Doyle parece recuperar su brío y estilo en los primeros acordes para abandonarse luego a una rutinaria mezcla de música efectista y ruidosa sin mayor interés que el resto de esta película estrenada directamente en internet como consecuencia del cierre de los cines por la pandemia. Y lo peor es que amenaza secuelas.
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