USA 2020 113 min.
Dirección Nisha Ganatra Guion Flora Gleeson Fotografía Jason McCormick Música Amy Doherty Intérpretes Dakota Johnson, Tracee Ellis Ross, Ice Cube, Bill Pullman, Kelvin Harrison jr., Ze Chao, June Diane Raphael, Eddie Izzard Estreno en Estados Unidos (Internet) 19 mayo 2020; en España 26 junio 2020
Ya es grave que en nuestro país se cambien a menudo los títulos de las películas, pero que se haga para ponerle otro en inglés es el colmo. Cierto es que The High Note no tiene traducido a nuestro idioma un significado tan expresivo como Asistente personal, pero así en castellano, que es a lo que se dedica Dakota Johnson en esta quizás su mejor película hasta la fecha. Y es que la realizadora Nisha Ganatra, curtida en televisión pero con alguna interesante comedia en su haber como Late Night protagonizada por Emma Thompson, dirige con buen pulso, un encomiable sentido del ritmo y un brillante conocimiento del mundo que retrata, esta crónica sobre una joven admiradora del soul, el blues y el rythm’n’blues, que busca con ambición y determinación su camino hacia el éxito.
Casi como si de una Eva Harrington se tratara, utiliza aunque no de forma tan despiadada a su particular Margo Channing, una madura estrella del pop a la que encarna Tracee Ellis Ross, famosa en América por sus trabajos en televisión, pero poco conocida aquí más allá que por el honor de ser hija de Diana Ross, para alcanzar su meta como productora musical. Ganatra, con ayuda de su guionista Flora Gleeson, se interesa sin embargo más por el lado de cuento moral que pueda tener la aventura que por su vertiente más morbosa y cruel. De tal forma el personaje de Johnson es oportunista y tramposa, algo traicionera pero no despiadada. Admira sinceramente a su estrella, de la misma forma que directora y guionista parecen adorar el mundo que retratan, un Los Angeles plagado de talento, trabajo y esfuerzo para que todos y cada uno y una de nosotras disfrutemos con la mejor música posible, que ha generado leyendas como Sam Cooke, Marvin Gaye, Aretha Franklin, Donny Hathaway o Al Green.
Ellis Ross encarna a la perfección ese ideal de diva de la música pop ya entrada en años, al más puro estilo Cher o Madonna, que lucha contra viento y marea para que un puñado de productores agotados, ya sean veteranos, como el que encarna Ice Cube, o recién salidos de la Universidad, no le marquen un destino predecible y le dejen seguir diseñando su propia voz, mientras Johnson destila humildad y buena voluntad sin que resulte mera apariencia ni sacrifique su propia ambición. El espectáculo es vistoso, entretenido y bien intencionado, sin que una vez más tengamos que enfrentarnos a las miserias, vicios y desgracias de la fama, sino todo lo contrario, a su gloria y mérito. Solo alguna que otra de esas casualidades de guion que se disfrazan de ingenio ensombrecen el brillante resultado, pero no lo malogran.
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