La copla no se entiende sin la valiosísima aportación que hicieron el madrileño Manuel López-Quiroga, el jerezano Antonio Quintero y el sevillano Rafael de León. Perteneciente por derecho propio a la Generación del 27, luchó denostadamente por ser reconocido como poeta tanto como lo fue como letrista de canciones que como Ojos verdes, Tatuaje, La zarzamora, María de la O, A tu vera, A la lima y al limón o Pena, penita, pena, forman parte de la cultura popular con mayúsculas de nuestro país. Nació en Sevilla y aquí regresó un emocionado Manuel Galiana para rendirle el homenaje que merece, después de que inaugurara la edición del año pasado con un recital dedicado a Bécquer en el año del ciento cincuenta aniversario de su muerte. Estuvo entonces acompañado de Sira Hernández evocando al piano a otro gran romántico como fue Chopin, y viene ahora con la complicidad del joven Guillermo Fernández a la guitarra. El resultado fue tan gozoso como emotivo y sentimental. En sus gestos pudimos comprobar cómo el maestro admira al guitarrista tanto como este respeta al veterano actor.
Después de tantos éxitos sobre las tablas, llenando teatros en Madrid y toda la geografía española, y de formar parte del recuerdo de varias generaciones que le conocieron a través de las novelas y series de Televisión Española, llega un momento en el que si no quieres que el gusanillo te corroa por dentro no queda más remedio que reinventarse, y Galiana ha encontrado la fórmula con unos espectáculos amenos e intelectuales en los que la música se da la mano con la palabra hablada y de paso, haciendo gala de una inmensa generosidad, se ofrece la alternativa a artistas que como el almeriense Guillermo Fernández tanto la merece. ¡Qué bueno eres! le espetó el maestro al guitarrista repetidas veces y con una sinceridad a prueba de bombas. Y no es para menos, en su guitarra disfrutamos de unas preciosas versiones de piezas tan emblemáticas como A ciegas (imposible olvidar el exquisito arreglo que compuso Alberto Iglesias para que la cantara Miguel Poveda en la banda sonora de Los abrazos rotos de Almodóvar), La bien pagá de Juan Mostazo (única excepción al repertorio del trío Quintero, León y Quiroga, junto a las Habaneras de Cádiz de Carlos Cano) o ese Y sin embargo te quiero que da nombre a la función, para terminar el programa oficial con un sentido homenaje a María Jesús Valdés, la gran actriz que tantas veces acompañó a Galiana en el escenario y que nos dejó hace diez años, en forma de elegía compuesta un poco en estilo Tárrega por el propio guitarrista, que por cierto fue también el responsable de la versión que suena en Vivir es fácil con los ojos cerrados del Strawberry Fields Forever de Beatles.
Galiana dio toda una lección de sensibilidad entonando los poemas de amor y desamor, los encuentros fortuitos y no tanto por las calles de Sevilla del enamorado y su objeto del cariño y el deseo, que escribió Rafael de León al margen de sus letras cancioneras. Ahí residió gran parte de la originalidad del evento, ilustrar estas hermosas palabras tan bellamente combinadas con músicas a las que él mismo puso letra, pero otra. Una selección de poemas urdida por el propio actor y su gran amigo, el gestor cultural también almeriense Manuel Carmona. Galiana no se conformó con recitar ni siquiera declamar, para lo que sigue poseyendo una envidiable voz y una prodigiosa y transparente vocalización, sino que las interpretó, unas veces con tanta ternura como compasión, otras con rabia y desgarradora pasión, como ese Réquiem a Federico García Lorca, compañero de generación, al que Fernández acompañó convirtiendo puntualmente su guitarra en estremecedor instrumento de percusión. Toda una lección de historia y memoria para quienes reivindican de nuevo el fascismo como único y legítimo salvador de la patria. Con una versión de A mi manera más cerca de Siempre Así que de Sinatra terminó este singular recital que nos puso literalmente la piel de gallina y empapó nuestros ojos de emocionadas lágrimas… En fin, después de tanta belleza en estado puro uno también quiere ejercer de poeta.
Foto: Actidea
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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