sábado, 30 de septiembre de 2023

ARBÓS RECREA LOS FELICES AÑOS VEINTE A TRAVÉS DE KEATON

Cine mudo con música en vivo. Trío Arbós: Ferdinando Trematore, violín; José Miguel Gómez, violonchelo; Juan Carlos Garvayo, piano. Solistas invitadas: Martina Alonso, violín; Cristina Cordero, viola. Programa: Música para “College” (El colegial, 1927), de Stephen Prutsman. Espacio Turina, viernes 29 de septiembre de 2023


Tras varias semanas de incertidumbre, agravada por la crisis informática del Ayuntamiento, por fin echó a andar la ambiciosa programación del Espacio Turina, englobada en una gran diversidad de temas y ciclos. Poco margen han tenido sus responsables, tras la presentación de la temporada apenas un día antes, para convocar más público del que finalmente se acercó a la sala de la calle Laraña a disfrutar de uno de esos espectáculos siempre agradecidos que combinan cine y música en directo, y que contó para la ocasión con uno de los vehículos de lucimiento cómico y atlético del gran Buster Keaton. Es cierto sin embargo que en la página web del Trío Arbós, conjunto convocado para la ocasión, hacía tiempo que se publicitaba este espectáculo, pero el público del Turina está lógicamente más atento a la información de la sala que de los artistas que intervienen en su programación, y ésta ha brillado por su ausencia debido a los problemas apuntados, cambio de consistorio, que todo lo está poniendo patas arriba, y jaqueo informático.

El colegial, que es como aquí se tituló una película que en su versión original se llama College (Universidad), fue la tercera película dirigida por uno de tantos artesanos del Hollywood de la época, James W. Horne, que más tarde se especializaría en Laurel y Hardy y La pandilla, e incluso consiguió reciclarse en el cine sonoro aunque fuera con películas de serie B y series de televisión. La breve trama del film podría haber inspirado uno de los episodios de Grease, cuando Danny pierde a Sandy y ésta empieza a salir con el atleta del instituto, lo que motiva al primero para atreverse con distintas disciplinas atléticas y así volver a atraer la atención de ella. Algo parecido le pasa a Buster Keaton en este film mucho más inteligente de lo que parece, toda vez que para acabar viviendo una existencia vulgar y convencional y así experimentar esa felicidad oficial que nos venden desde antaño, su personaje renuncia a una carrera intelectual que quizás podría haberle llevado muy alto. Entre medias lo que ofrece el film es la habitual serie de gags visuales ingeniosos y divertidos en los que Keaton luce su inmejorable forma física y sus habilidades gimnásticas. Lástima que la versión ofrecida estuviera recortada alrededor de quince minutos, muchos de ellos gags que alargan situaciones como la del remo o la entrega de distinciones en el instituto. Pero sobre todo falta una secuencia censurada por considerarse hoy políticamente incorrecta, ya que el personaje de Keaton, en su búsqueda desesperada de empleo para poder sufragarse los estudios, se tiñe la piel para parecer negro y colocarse como camarero en un restaurante local, adoptando también ademanes por aquel entonces asociados a la gente de color.


El versátil compositor y pianista norteamericano Stephen Prutsman es el autor de la banda sonora, un genuino divertimento creado ex profeso para la película, de entre más de quince a las que ha puesto música con el fin de divulgar estas joyas en espacios adecuados, recreando el espíritu de los estrenos de entonces. En su partitura, a menudo disonante hasta el punto de no identificarse claramente cuándo se trata de la música o de su interpretación, que pueda llegar a sonar en ocasiones estridente, Prutsman introduce efectos de sonido que han de recrear los propios músicos con pequeños instrumentos y artilugios de todo tipo, así como voces y jolgorios diversos. Pero sobre todo echa mano, como se solía hacer en su época, de melodías populares, desde el recurrente preludio de la Suite nº 1 para violonchelo de Bach a la Marcha nº 1 de Pompa y circunstancia de Elgar. Lo que chirría sin embargo es incluir también Raindrops Keep Fallin’ de Burt Bacharach si hay lluvia, o el inevitable Carros de fuego de Vangelis si hay atletismo; todo un atrevido ejercicio de anacronismo parecido a cuando en una película de los hermanos Marx sus dobladores españoles cantaban María de West Side Story. Más sentido tiene incluir Take Me Out to the Ball Game, tan asociado al baseball. Recursos pueriles que ensombrecen la partitura y distraen el visionado del film. En este marco, el Trío Arbós ofreció una interpretación muy en estilo, esmerado en sus aires de ragtime y blues, reforzados, tal como la partitura exige, por dos intérpretes de cuerda que supieron adaptarse perfectamente al estilo y la frescura de este reconocido trío que no cesa de buscar repertorio para seguir deleitándonos con su música. El piano de Juan Carlos Garvayo mantuvo el ritmo, mientras los acordes del violín y el violonchelo, con los refuerzos apuntados, marcaron la sincronía perfecta con las imágenes ilustradas, fundamental para el éxito de la empresa.

Fotos: Luis Ollero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

3 comentarios:

  1. Hola, trasteando por aquí me he encontrado por tu blog (soy nueva por aquí) y así por encima me ha resultado interesante y puede que le eche un vistacillo de vez en cuando, pero no encuentro la manera de darle a "Seguir"...
    Encantada y a ver si averiguo cómo...

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  2. Veo que eres de Sevilla... ¡yo también! Bueno, de un pueblo, aunque ahora vivo en una localidad de Almería por trabajo. Mira por dónde...

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  3. Gracias por seguirme. No puedo ayudarte con lo de "seguir". No le presto apenas atención a las estadísticas ni al número de lectores y seguidores o seguidoras que pueda tener. Pero seguro que encuentras la forma de hacerlo. Tengo mucho contacto con Almería; prácticamente todos los veranos doy un salto a esa maravillosa tierra y sus playas.

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