Dirección Elena Martín Gimeno Guion Elena Martín y Clara Roquet Fotografía Alana Mejía González Música Clara Aguilar Intérpretes Elena Martín, Oriol Pla, Álex Brendemühl, Clara Segura, Clàudia Dalmau, Mila Borrás, Marc Cartanyà, Carla Linares, Teresa Vallicrosa Estreno en el Festival de Cannes 20 mayo 2023; en España 8 septiembre 2023
Tras varios trabajos como actriz y/o realizadora en cortometrajes, películas y series de televisión, Elena Martín saltó a la dirección de largometrajes hace cinco años con Júlia ist, un trabajo impreciso y rudimentario pero con cierta personalidad, en el que la actriz y directora analizaba el proceso de cambio de una joven algo tímida y reservada tras su paso por el programa Erasmus en un Berlín no tan fascinante ni creativo como cabía esperar. Con una notable madurez a sus espaldas, ahora presenta un film mucho mejor acabado y con una intención más afilada, la de mostrar el grado de insatisfacción sexual al que una mujer ha sido condenada a lo largo de tantos siglos de represión y mala educación, todavía perceptible en determinados ambientes burgueses como el que retrata en su segundo film, casa familiar rural con encanto incluida.
Mila, la protagonista de su película, sufre a lo largo de su todavía corta vida, representada en tres momentos significativos de ella, la niñez, la adolescencia y la madurez profesional y sentimental, las coacciones y convenciones a las que la sociedad le ha condenado. Incapaz como niña de comprender cuáles son los límites a la exploración de una sexualidad cuyo descubrimiento podría ser mucho más saludable y reconfortante a tan temprana edad, Mila sufre después los ataques machistas y misóginos de propios y extraños cuando apenas coge impulso para satisfacer los mismos deseos a los que los hombres siempre hemos tenido derecho. Ya se sabe, hombre que folla mucho, machote; mujer, puta. Así, con el mismo descaro y sordidez con que lo defino, lo sufre ella. Y para dejar constancia simbólica de todo este proceso de íntima frustración, la joven sufre una urticaria fruto quizás del estrés, o más bien de esa frustración que deriva de la incomprensión.
Martín logra un trabajo depurado, muy trabajado a todos los niveles, como consta en el sofisticado uso del sonido, ya apreciable en su anterior trabajo, sobre todo cuando hacía aparición la música electrónica en clubes y garitos. Pero es en el metraje donde se le va la mano, exhibiendo cierta reiteración innecesaria que se podría haber ahorrado con un discurso más preciso y simplificado, y media hora menos de duración. Con todo, la cinta le ha valido el Premio a la mejor película europea en la Quincena de realizadores del pasado Festival de Cannes.
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