domingo, 3 de marzo de 2024

DUNE: PARTE DOS Mucho desierto y ningún espejismo

Título original: Dune: Part Two
USA-Canadá 2024 166 min.
Dirección
Denis Villeneuve Guion Denis Villeneuve y Jon Spaihts, según la novela de Frank Herbert Fotografía Greig Fraser Música Hans Zimmer Intérpretes Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Josh Brolin, Austin Butler, Florence Pugh, Dave Bautista, Christopher Walken, Léa Seydoux, Stellan Skarsgard, Charlotte Rampling, Souhelia Yacoub, Roger Yuan, Alison Halstead, Giusi Merli Estreno en Estados Unidos y España 1 marzo 2024

Todo lo que habíamos escrito sobre la primera parte de esta bendecida adaptación de la novela icónica de Frank Herbert, podemos reiterarlo ahora ante su segunda de varias partes ya anunciadas, como atestigua Anya Taylor-Joy en su breve aparición casi al final del largo y tedioso metraje de esta película. Sin embargo, algo ha cambiado, y mucho, en estos tres años que las separan, de forma que algunas de las cuestiones que entonces considerábamos anacrónicas, las guerras y las luchas de poder junto al avance del fascismo, han cobrado tal fuerza que parecen estar dando la razón a Herbert y esta saga sin fin que plantea el otras veces interesante Denis Villeneuve. Eso no redime al producto de su condición de película fría y sin emoción, cuya impecable puesta en escena no logra sorprendernos, faltaría más con el presupuesto que maneja, como tampoco lo hace su reparto multiestelar, al que no paran de adherirse nuevos nombres, como el Elvis Austin Butler, que releva al Sting de la fallida película de David Lynch, así como Florence Pugh o Léa Seydoux.

El conjunto no resulta tan aparatoso en su resolución formal, con tanta arena de por medio que hace añorar cintas mucho más sinceras como Lawrence de Arabia o la mismísima Guerra de las Galaxias que parece inspirarse en el universo de Herbert. Pero incluso como producto profético, la enrevesada y a la vez ingenua trama se nos antoja frecuentemente ridícula e incoherente, y la empresa aburrida y escurridiza en esos presuntos logros que tanto la crítica como el público parecen querer ensalzar de forma harto incondicional. Quizás el problema, sin existe, es que nos estamos haciendo mayores y tanta parafernalia seudo-religiosa, mesiánica y fascistoide nos provoque arcadas.

Lo peor es que no podemos ni siquiera consolarnos con esta máxima de Woody Allen que decía si la cosa funciona, porque nos encontramos ante otro de esos productos tan tóxicos e inapropiados que sólo provocan regresión con su carga de violencia y sistema de clases, por mucho que en algún momento creyésemos ver un espejismo en tanto desierto y el discurso pareciera ir a la contra de esos estamentos y realidades finalmente bendecidas.

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