domingo, 23 de febrero de 2025

AÚN ESTOY AQUÍ La herida abierta

Título original: Ainda estou aqui
Brasil-Francia 2024 137 min.
Dirección
Walter Salles Guion Marilu Hauser y Heitor Lorega, según el libro de Marcelo Rubens Paiva Fotografía Adrian Teijido Música Walter Ellis Intérpretes Fernanda Torres, Selton Mello, Luiza Kosovski, Bárbara Luz, Valentina Herszage, Guilherme Silveira, Antonio Saboia, Cora Mora, Olivia Torres, Pri Helena, Dan Stulbach, Fernanda Montenegro Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2024; en Brasil 7 noviembre 2024; en España 21 febrero 2025


Imposible evitar viendo esta película que se trata de una historia que nos la han contado infinidad de veces, y sin embargo qué impotencia provoca saber que apenas sirve de nada, por mucho que funcione como sano, indispensable e irrenunciable ejercicio de memoria histórica. Muchas fueron las personas desaparecidas durante la larga dictadura militar brasileña de Humberto de Alencar Castelo, de 1964 a 1985. El episodio elegido por Walter Salles, conocido por Estación Central de Brasil y Diarios de motocicleta, se refiere el ex diputado democrático Rubens Paiva, según las memorias publicadas por su hijo Marcelo. Paiva colaboró en la comunicación entre exiliados y sus familiares y las fuerzas que luchaban por la reinstauración del orden democráctico en su país. Acomodado y feliz padre de familia, su esposa, cuatro hijas y el referido hijo conforman ese núcleo sometido a la oscuridad y el terror más intrenso e inaudito cuando en 1971 su padre y esposo fue secuestrado y desaparecido.

Inevitable pensar en cómo estas dictaduras que camparon a sus anchas especialmente en el continente sudamericano, surgieron de golpes militares auspiciados por el poder económico de la autodenominada nación más poderosa del mundo, y hoy surgen del voto democrático, llegándose a la máxima aberración imaginable, la de una dictadura que surge de la voluntad del pueblo, y si no que se lo pregunten a los Estados Unidos, donde a golpe de decreto su ciudadanía está aprendiendo lo que significa perder derechos y puestos de trabajo. ¿Acaso no se lo esperaban? Pues todavía queda mucho por sufrir, y lo peor es que salpicará al resto del mundo considerado libre. Películas como ésta nos ayudan a reflexionar sobre el tema, a temer y sufrir el peligroso giro al que viran los extremismos, y los inconvenientes del liberalismo a ultranza. Estamos en ese bucle que se repite cada cierto tiempo, no importa el fracaso al que se vean abocados los regímenes autoritarios, tal como demuestra la Historia una y otra vez. La ignorancia y el atrevimiento nos llevan a estas situaciones de injusticia, terror e inabarcable angustia que, con mucho tino y considerable delicadeza, nos muestra Salles y su excelente equipo técnico y artístico. En la génesis de la película nos parece vislumbrar la Roma de Cuarón en la forma y el estilo narrativo, y El olvido que seremos de Trueba en su actitud de denuncia y el ambiente familiar en el que se desarrolla el drama.

Entre los méritos de la película se encuentra la interpretación comedida y precisa de Fernanda Torres, justamente nominada al Oscar y ganadora del Globo de Oro, y relevada por su propia madre, Fernanda Montenegro, cuando alcanza la ancianidad y esa memoria imprescindible se diluye como lo hace la que ostentamos como colectividad. Curiosamente Montenegro fue en su día nominada al Oscar por su trabajo en Estación Central de Brasil, también a las órdenes de Salles. Y una última reflexión, ¿por qué nuestro país, tan proclive a narrar en el cine las atrocidades de la Guerra Civil, no presta atención al sufrimiento al que fuimos sometidos durante cuarenta años, y del que aún no nos hemos recuperado, tal es la desidia mostrada por nuestras instituciones a la hora de paliar el dolor de quienes nunca disfrutaron del reconocimiento merecido? Premio en Venecia al mejor guion y Goya a la mejor película iberoamericana son otras de las credenciales de esta imprescindible película.

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