Francia 2025 129 min.
Guion y dirección Luc Besson, según la novela de Bram Stoker Fotografía Colin Wandersman Música Danny Elfman Intérpretes Caleb Landry Jones, Christoph Waltz, Zoë Bleu Sidel, Matilda De Angelis, Ewens Abid, David Shields, Guillaume de Tonquedec, Bertrand-Xavier Corbi, Raphael Luce Estreno en Francia 30 julio 2025; en España 21 noviembre 2025
Pocas veces, o ninguna, habrán coincidido en cartelera los dos monstruos más famosos de la literatura y el cine, Frankenstein y Drácula. Guillermo del Toro y Luc Besson se han empeñado esta temporada en dar sus propias versiones de cada clásico. Alguna aportación hacen al género, aunque en realidad poca falta hacía revisarlos. No obstante, la cinta del director de El quinto elemento y León, el profesional no deja de tener su atractivo. Quienes le critican, prácticamente todos, que se parezca mucho a la versión de Coppola creemos sinceramente que se equivocan. Es cierto que echa mano de algunos de sus aspectos, sobre todo los relacionados con la caracterización del protagonista. También le achacarán el tono romántico de la historia, presente también en la más convencional pero igualmente interesante versión que John Badham realizó en 1979, justo después de coronarse con el éxito de Fiebre del sábado noche. Por lo demás, la película de Besson tiene su propia personalidad, la que para bien de algunos y mal de otros y otras es capaz de insuflarle su director, el más taquillero de la industria francesa desde hace décadas.
Hay mucho y buen espectáculo en esta versión que prescinde de Van Helsing para sustituirlo por un sacerdote, y de Lucy para convertirla en la estrepitosa Mary, además de ambientar su historia en París en lugar de Londres, con lo que ya no hace falta el episodio del Demeter. No se le puede negar al director de Nikita que tiene agallas para afrontar la comparación con Coppola y aparecer en pantalla con el mismo monstruo que el año pasado protagonizó una nueva versión de Nosferatu, el vampiro apócrifo. Aquí hay una rica ambientación, un excéntrico número musical, un ejército fantástico de gárgolas vivientes y una ligera reflexión sobre la religión y su poder para controlarnos y dominar la especie.
Una fotografía luminosa en exteriores, lúgubre en los ricos interiores, y algunos episodios de cosecha propia realmente sorprendentes, completan la propuesta. También brilla la música de Danny Elfman, ideal para ilustrar cuentos góticos, como ha demostrado en su larga y fructífera relación profesional con Tim Burton. Hay reminiscencias también en su partitura de la de Wojciech Kilar, desde el momento en que ambos recrean el folclore balcánico en su obra. En definitiva, hay un buen y lujoso entretenimiento nada desdeñable. Como curiosidad, el actor austriaco-alemán Christoph Waltz, dos veces ganador del Oscar, aparece en las dos películas, la de del Toro y la de Besson.

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