Lars Vogt, piano. Michael SchØnwandt, director. Programa: Suite Karelia Op.11 de Sibelius; Sinfonía nº 2 Op.16 de Nielsen; Concierto para piano nº 1 Op.15 de Brahms
Teatro de la Maestranza, jueves 8 de diciembre de 2011
El pianista alemán Lars Vogt |
Cuando se provoca una crisis como la que estamos padeciendo para cambiar nuestro sistema y estilo de vida, la cultura no sólo pasa a un segundo plano sino que molesta directamente. Maestranza y Sinfónica lo saben bien a la vista de los ajustes (eufemismo de recortes) que están padeciendo, y sin embargo no escatiman a la hora de ofrecer programas tan suculentos como el de este 5º de abono.
Por su larga duración y su carácter sinfónico, el Concierto nº 1 de Brahms ocupó la segunda parte del programa. Con cada nueva visita Lars Vogt va acumulando mayor prestigio y experiencia, certificada con la ya abundante lista de grandes nombres con los que ha colaborado. Por eso no es de extrañar que a la delicadeza de su piano, corroborada en el breve y popular Vals Op.39 nº 15 del autor del Réquiem Alemán que ofreció como propina, debamos añadir la fuerza dramática e intensa expresividad de su sensacional concierto para piano, que Michael SchØnwandt acompañó con aplomo y respeto, a pesar de un desinflado arranque.
Antes, el maestro danés extrajo de la orquesta un sonido diferente al acostumbrado, ni mejor ni peor pero más austero y solemne que en otras ocasiones, lo que dice mucho a favor de la versatilidad y flexibilidad del formidable conjunto. Si en el simpático Intermezzo de Karelia Suite la cuerda dejó en un segundo plano a los metales, éstos sonaron majestuosos en una lectura soberbia de la Sinfonía nº 2 del raramente programado Carl Nielsen, matizando cada uno de los temperamentos que ilustra la obra con la firmeza y decisión de quien conoce perfectamente a su compatriota.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el 10 de diciembre de 2011
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