Completando el mini ciclo brindado a Liszt en el bicentenario de su nacimiento, el muy interesante y entregadísimo pianista vasco Miguel Ituarte compareció acompañado por la inquieta y estimulante voz de Cecilia Lavilla en una singular cita que tuvo lugar el pasado miércoles. En el primer concierto, celebrado en noviembre, Ituarte abordó con profunda sensibilidad los Estudios Trascendentales, mientras hacía gala de mayor austeridad y excesiva preocupación formal en la Sonata Hammerklavier de Beethoven, pieza muy significativa en la carrera pianística del autor homenajeado.
En esta ocasión, el programa estuvo exclusivamente integrado por un buen puñado de preciosos lieder, quizás una de las facetas compositivas menos transitadas del autor. Obras que Lavilla cantó con suma elegancia, evidente dominio técnico y sensibilidad, y con el enorme mérito añadido de hacerlo sin intermedios instrumentales en los que apoyar el conveniente descanso de la voz. Un esfuerzo más que notable que se saldó con resultados muy satisfactorios.
Despachar así un programa ciertamente poco variado exige también una entrega especial del público, en el que se encontraba una justamente orgullosa Teresa Berganza, madre de la protagonista. Un esfuerzo gratificado con el descubrimiento de unas piezas exquisitas en melodía y expresividad, de un romanticismo comedido que Ituarte acompañó como abordó los Estudios trascendentales, con honda reflexión y profunda emotividad. Un fallo técnico motivó que el concierto se celebrase en la moderna y muy bien equipada sala de ensayos de la orquesta, otro agradable descubrimiento.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el viernes 23 de diciembre de 2011
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